Todos celebramos el Día del Trabajo, algunos más que otros, como por ejemplo, los trabajadores del sector público quienes tienen un fin de semana largo. Los otros, los que pertenecemos al sector privado, gozamos de un solo día feriado, pero en fin, lo gozamos.
Sin embargo, esto no sería tan relevante sino hubiera un gran sector de trabajadores que no gozan de ningún privilegio, que no cuentan con un trabajo formal, que salen sin un sol en el bolsillo con la esperanza de ganar “alguito” para poder llevar el sustento diario a su casa. Demás está comentar, ese grueso número de personas que no van a celebrar el Día del Trabajo, porque simplemente no lo tienen.
Pero ¿De qué ha valido conquistar la jornada de ocho horas de trabajo, los descansos dominicales y otros beneficios, si tenemos a nuestro alrededor a miles de niños que deben trabajar en vez de estudiar y jugar?
Caritas sucias, zapatos rotos, ropa mil lavadas, mirada triste y sonrisa ingenua, esos son nuestros niños trabajadores, los que no tienen un día de descanso, ni feriados, los que no saben que futuro les deparará la vida, los que en muchos casos, tampoco tienen nombre, porque simplemente no han sido reconocidos por sus padres o nunca los han conocido; los que son victimas de violaciones y vejámenes inimaginables.
¿Alguna vez nos hemos preguntado quienes están detrás de estos niños? Generalmente provienen de hogares desarticulados. Madres solteras, padres alcohólicos y drogadictos. Madres enfermas que no trabajan, varios hermanitos que alimentar. Padres golpeadores, abusivos y mafias que los explotan.
Pero lo cierto es que cuando los niños trabajan desde temprana edad, se duermen en las clases, tienen bajo rendimiento escolar debido a que trabajan durante el día en las calles, soportando las inclemencias del clima, ya sea en frío o calor.
Son niños desnutridos, niños que lo que menos desean es estudiar, porque pierden tiempo para ir a trabajar. Niños que repiten el año porque los profesores los evalúan igual que a los otros compañeros que no trabajan y por lo tanto, al estar en desventaja, repiten el año y terminan abandonando los estudios, engrosando las cifras de deserción escolar.
Canillitas, lustrabotas, limpiando carros, haciendo malabares en las pistas, vendiendo golosinas, cargando bolsas en el mercado, limpiando las casas, en las minas, en las fábricas informales, pidiendo limosna, victimas de explotación sexual infantil, trata de niños.
No podemos negar que los programas de ayuda social son necesarios temporalmente y actúan como paliativos de la pobreza., pero también es sabido, que ello genera paternalismo y dependencia. Y esto es muy bueno para los malos políticos, porque al generar dependencia, generará también una población cautiva, serán los “tontos útiles” para las próximas elecciones. Veremos nuevamente a los candidatos cargando, abrazando y besando a los niños para la foto y después de elegidos, se olvidarán de ellos. Eso es algo indigno que no se merecen nuestros niños.
El tema de fondo es la exclusión y pobreza, falta de una política social integral, que involucre al sector educación, salud, alimentación y vivienda. Una política de estado, pensada en el desarrollo y bienestar de los niños en forma integral, una política de estado que ponga en su agenda la atención de la niñez como primera prioridad, cosa que no se ve actualmente.
Sin embargo, esto no sería tan relevante sino hubiera un gran sector de trabajadores que no gozan de ningún privilegio, que no cuentan con un trabajo formal, que salen sin un sol en el bolsillo con la esperanza de ganar “alguito” para poder llevar el sustento diario a su casa. Demás está comentar, ese grueso número de personas que no van a celebrar el Día del Trabajo, porque simplemente no lo tienen.
Pero ¿De qué ha valido conquistar la jornada de ocho horas de trabajo, los descansos dominicales y otros beneficios, si tenemos a nuestro alrededor a miles de niños que deben trabajar en vez de estudiar y jugar?
Caritas sucias, zapatos rotos, ropa mil lavadas, mirada triste y sonrisa ingenua, esos son nuestros niños trabajadores, los que no tienen un día de descanso, ni feriados, los que no saben que futuro les deparará la vida, los que en muchos casos, tampoco tienen nombre, porque simplemente no han sido reconocidos por sus padres o nunca los han conocido; los que son victimas de violaciones y vejámenes inimaginables.
¿Alguna vez nos hemos preguntado quienes están detrás de estos niños? Generalmente provienen de hogares desarticulados. Madres solteras, padres alcohólicos y drogadictos. Madres enfermas que no trabajan, varios hermanitos que alimentar. Padres golpeadores, abusivos y mafias que los explotan.
Pero lo cierto es que cuando los niños trabajan desde temprana edad, se duermen en las clases, tienen bajo rendimiento escolar debido a que trabajan durante el día en las calles, soportando las inclemencias del clima, ya sea en frío o calor.
Son niños desnutridos, niños que lo que menos desean es estudiar, porque pierden tiempo para ir a trabajar. Niños que repiten el año porque los profesores los evalúan igual que a los otros compañeros que no trabajan y por lo tanto, al estar en desventaja, repiten el año y terminan abandonando los estudios, engrosando las cifras de deserción escolar.
Canillitas, lustrabotas, limpiando carros, haciendo malabares en las pistas, vendiendo golosinas, cargando bolsas en el mercado, limpiando las casas, en las minas, en las fábricas informales, pidiendo limosna, victimas de explotación sexual infantil, trata de niños.
No podemos negar que los programas de ayuda social son necesarios temporalmente y actúan como paliativos de la pobreza., pero también es sabido, que ello genera paternalismo y dependencia. Y esto es muy bueno para los malos políticos, porque al generar dependencia, generará también una población cautiva, serán los “tontos útiles” para las próximas elecciones. Veremos nuevamente a los candidatos cargando, abrazando y besando a los niños para la foto y después de elegidos, se olvidarán de ellos. Eso es algo indigno que no se merecen nuestros niños.
El tema de fondo es la exclusión y pobreza, falta de una política social integral, que involucre al sector educación, salud, alimentación y vivienda. Una política de estado, pensada en el desarrollo y bienestar de los niños en forma integral, una política de estado que ponga en su agenda la atención de la niñez como primera prioridad, cosa que no se ve actualmente.
Programas de alivio y lucha contra la pobreza, si, pero desde una perspectiva de fortalecer las capacidades de las personas y no sólo un caramelito temporal. Programas de alivio y lucha contra la pobreza, si, pero no para gastar la mayor parte del presupuesto en pagar la planillas doradas, para favorecer a sus familiares y amigos. Programas de alivio y lucha contra la pobreza, si, pero donde no se gasten los fondos en comilonas y gastos de representación. Los niños son lo más valioso que tiene un país, cuidémoslos.
Por: Mg. Teresa Chara de los Rios