En menos de dos décadas, la familia Añaños ha construido el imperio más importante de bebidas gaseosas en el Perú. Su ingreso a los cotizados mercados de Venezuela, Ecuador y México consolidó el crecimiento del grupo que hace temblar a las más poderosas transnacionales.
Por JOSÉ VADILLO VILA
Perú, con el 0.25 por ciento de la población mundial y sólo el uno por ciento del mercado de bebidas gaseosas en América Latina, forma parte de la historia de esta industria por dos poderosas razones, objeto de análisis:
a) Sólo en nuestro país, la gigante mundial Coca-Cola, con una facturación anual de diez mil millones de dólares, fue derribada por una bebida desconocida para el mundo: Inca Kola;
b) Kola Real –una empresa familiar que nació a finales de 1980 en Ayacucho, entre el fuego cruzado de Sendero Luminoso y de las fuerzas del orden, una gaseosa local que se vendía al inicio en envases de cerveza y contaba con 15 trabajadores– creó el concepto del “precio justo”, ayudó a desarrollar el mercado de bebidas gaseosas en el Perú, bajando hasta en un 50 por ciento su precio, y hoy cuenta con más de siete mil empleados en cuatro países.
La historia de la familia Añaños tiene visos de leyenda, es muy anterior al primer destape de sus gaseosas, y los ayacuchanos la cuentan con orgullo. Empezó en la provincia de San Miguel (Ayacucho), donde Nivardo Añaños, abuelo de los futuros industriales, era propietario de la hacienda Patibamba. Con la llegada de la reforma agraria del general Juan Velasco, Patibamba fue dividida, el primogénito Eduardo Añaños, casado con la profesora Mirtha Jeri, se dedicaba a la agricultura en una de las parcelas mientras criaba a sus seis hijos. Su cuñada, Olga Jeri, era esposa de Amaniel Castro, quien puso a funcionar la primera embotelladora en este pueblo de clima templado. Cuentan que ahí, “Eduar” se interesó en embotellar y distribuir bebidas gaseosas. Presionado por la violencia terrorista, Añaños se mudó con su familia a Huamanga, donde en 1988, junto a su primogénito Jorge y el financiamiento de un banco, comenzó la fabricación, almacén y oficinas administrativas de Kola Real (KR) en su propia casa. Contaba con una “Atahualpa”, máquina con capacidad de llenado y embotellado de 50 cajas de gaseosas por día. En la ciudad de las 33 iglesias existían otras tres embotelladoras provincianas, empero los Añaños habían identificado una oportunidad: mientras que el consumo per cápita de gaseosas era muy limitado, casi una elite de consumidores, las embotelladoras líderes percibían grandes márgenes de ganancia, por eso sumaron a los otros hijos, Ángel, Arturo, Álvaro, Vicky y Carlos, a la empresa familiar. Los Añaños tenían la clave para crecer: darle mejor precio a los consumidores y de esta manera llegar a un público de sectores populares. Había nacido la estrategia del “precio justo”. Con sus continuos apagones y bombas, Ayacucho era muy inestable para el largo plazo de KR, que superó los controles sanitarios, laborales y legales, y en poco tiempo producía las 24 horas al día porque se había convertido en la líder de la región. Por ello, en 1991 los seis hermanos Añaños pusieron en marcha su know-how para conquistar uno de los mercados más importantes del Perú, Huancayo, que se acostumbró a ver a los propios Añaños visitando tiendas y bodegas en carros fletados para vender la KR. Dos años después llegaron a la pequeña y tropical ciudad de Bagua (San Martín), motivados por los beneficios tributarios para las zonas de frontera. Sus competidores trataron de acabarlos reduciendo el precio de las gaseosas, pero sólo en esa ciudad, por ello KR decidió entrar de una vez con sus precios bajos a todas ciudades del norte del país (Chiclayo, Piura, Trujillo y Tumbes). Dicen que la competencia se “picó” y, entre otras cosas, presionó a los distribuidores de cerveza para que no permitieran que KR se envasara en botellas del licor. La empresa de los Añaños les agradeció, porque gracias a ello lanzó su propio envase de vidrio, que posibilitó mejorar su imagen frente al público. Los miembros del propio clan lo han dicho: su consolidación se dio aprovechando un contexto. A mediados de 1990, las transnacionales norteamericanas de gaseosas se reestructuraban y buscaban reemplazar las pequeñas embotelladoras por megaplantas industriales. La Coca-Cola dejó de proporcionar insumos a las embotelladoras independientes de provincias, que pusieron en venta sus modernas máquinas, que los Añaños adquirieron a precio de remate. Conquistar Lima estaba a la vuelta de la esquina.
En 1997, en los conos de la capital se comenzaron a ver autos y camiones que cargaban botellas de una nueva marca de gaseosas, que ya se conocía en el interior por su eslogan “calidad al precio justo”. Para Los Añaños, conquistar Lima no resultaba suficiente y buscaron nuevos mercados. Ese año iniciaron la producción a gran escala de su producto estrella en Venezuela, y al final del primer año producían lo mismo que en el Perú. En 2001 crearon una planta en Machala para abastecer el mercado ecuatoriano. Se hicieron de un nombre en México, con 150 litros de consumo de gaseosas per cápita, 12 veces más grandes que el mercado peruano, y 45 por ciento y 30 por ciento de participación de Coca-Cola y Pepsi, respectivamente. En un año y medio, desde que la megaplanta en Puebla empezó a abastecer 20 ciudades, Big Cola –el producto de los Añaños para la sed de los “charros”– produjo el doble de lo que produce en el Perú y obtuvo el cinco por ciento de ese competitivo mercado. Ángel Añaños, presidente del directorio del grupo Kola Real, resume el pensamiento de la familia: “Los peruanos tenemos la misma capacidad que los norteamericanos o europeos para emprender retos, iniciar empresas y alcanzar el bienestar”. Ahora, Ajegroup –el nombre del grupo a escala internacional, ya está en las ligas mayores de las gaseosas. Y esto es solo el inicio de la historia.
Por JOSÉ VADILLO VILA
Perú, con el 0.25 por ciento de la población mundial y sólo el uno por ciento del mercado de bebidas gaseosas en América Latina, forma parte de la historia de esta industria por dos poderosas razones, objeto de análisis:
a) Sólo en nuestro país, la gigante mundial Coca-Cola, con una facturación anual de diez mil millones de dólares, fue derribada por una bebida desconocida para el mundo: Inca Kola;
b) Kola Real –una empresa familiar que nació a finales de 1980 en Ayacucho, entre el fuego cruzado de Sendero Luminoso y de las fuerzas del orden, una gaseosa local que se vendía al inicio en envases de cerveza y contaba con 15 trabajadores– creó el concepto del “precio justo”, ayudó a desarrollar el mercado de bebidas gaseosas en el Perú, bajando hasta en un 50 por ciento su precio, y hoy cuenta con más de siete mil empleados en cuatro países.
La historia de la familia Añaños tiene visos de leyenda, es muy anterior al primer destape de sus gaseosas, y los ayacuchanos la cuentan con orgullo. Empezó en la provincia de San Miguel (Ayacucho), donde Nivardo Añaños, abuelo de los futuros industriales, era propietario de la hacienda Patibamba. Con la llegada de la reforma agraria del general Juan Velasco, Patibamba fue dividida, el primogénito Eduardo Añaños, casado con la profesora Mirtha Jeri, se dedicaba a la agricultura en una de las parcelas mientras criaba a sus seis hijos. Su cuñada, Olga Jeri, era esposa de Amaniel Castro, quien puso a funcionar la primera embotelladora en este pueblo de clima templado. Cuentan que ahí, “Eduar” se interesó en embotellar y distribuir bebidas gaseosas. Presionado por la violencia terrorista, Añaños se mudó con su familia a Huamanga, donde en 1988, junto a su primogénito Jorge y el financiamiento de un banco, comenzó la fabricación, almacén y oficinas administrativas de Kola Real (KR) en su propia casa. Contaba con una “Atahualpa”, máquina con capacidad de llenado y embotellado de 50 cajas de gaseosas por día. En la ciudad de las 33 iglesias existían otras tres embotelladoras provincianas, empero los Añaños habían identificado una oportunidad: mientras que el consumo per cápita de gaseosas era muy limitado, casi una elite de consumidores, las embotelladoras líderes percibían grandes márgenes de ganancia, por eso sumaron a los otros hijos, Ángel, Arturo, Álvaro, Vicky y Carlos, a la empresa familiar. Los Añaños tenían la clave para crecer: darle mejor precio a los consumidores y de esta manera llegar a un público de sectores populares. Había nacido la estrategia del “precio justo”. Con sus continuos apagones y bombas, Ayacucho era muy inestable para el largo plazo de KR, que superó los controles sanitarios, laborales y legales, y en poco tiempo producía las 24 horas al día porque se había convertido en la líder de la región. Por ello, en 1991 los seis hermanos Añaños pusieron en marcha su know-how para conquistar uno de los mercados más importantes del Perú, Huancayo, que se acostumbró a ver a los propios Añaños visitando tiendas y bodegas en carros fletados para vender la KR. Dos años después llegaron a la pequeña y tropical ciudad de Bagua (San Martín), motivados por los beneficios tributarios para las zonas de frontera. Sus competidores trataron de acabarlos reduciendo el precio de las gaseosas, pero sólo en esa ciudad, por ello KR decidió entrar de una vez con sus precios bajos a todas ciudades del norte del país (Chiclayo, Piura, Trujillo y Tumbes). Dicen que la competencia se “picó” y, entre otras cosas, presionó a los distribuidores de cerveza para que no permitieran que KR se envasara en botellas del licor. La empresa de los Añaños les agradeció, porque gracias a ello lanzó su propio envase de vidrio, que posibilitó mejorar su imagen frente al público. Los miembros del propio clan lo han dicho: su consolidación se dio aprovechando un contexto. A mediados de 1990, las transnacionales norteamericanas de gaseosas se reestructuraban y buscaban reemplazar las pequeñas embotelladoras por megaplantas industriales. La Coca-Cola dejó de proporcionar insumos a las embotelladoras independientes de provincias, que pusieron en venta sus modernas máquinas, que los Añaños adquirieron a precio de remate. Conquistar Lima estaba a la vuelta de la esquina.
En 1997, en los conos de la capital se comenzaron a ver autos y camiones que cargaban botellas de una nueva marca de gaseosas, que ya se conocía en el interior por su eslogan “calidad al precio justo”. Para Los Añaños, conquistar Lima no resultaba suficiente y buscaron nuevos mercados. Ese año iniciaron la producción a gran escala de su producto estrella en Venezuela, y al final del primer año producían lo mismo que en el Perú. En 2001 crearon una planta en Machala para abastecer el mercado ecuatoriano. Se hicieron de un nombre en México, con 150 litros de consumo de gaseosas per cápita, 12 veces más grandes que el mercado peruano, y 45 por ciento y 30 por ciento de participación de Coca-Cola y Pepsi, respectivamente. En un año y medio, desde que la megaplanta en Puebla empezó a abastecer 20 ciudades, Big Cola –el producto de los Añaños para la sed de los “charros”– produjo el doble de lo que produce en el Perú y obtuvo el cinco por ciento de ese competitivo mercado. Ángel Añaños, presidente del directorio del grupo Kola Real, resume el pensamiento de la familia: “Los peruanos tenemos la misma capacidad que los norteamericanos o europeos para emprender retos, iniciar empresas y alcanzar el bienestar”. Ahora, Ajegroup –el nombre del grupo a escala internacional, ya está en las ligas mayores de las gaseosas. Y esto es solo el inicio de la historia.
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empleos
muy buena la informacion ... graciasssss .....xD!!
ResponderBorrarOK ESTA DE LO MEJOR N UNCA HABIA LEIDO SOBRE ESTO PERO ME PARECE CHAVRE
ResponderBorrarEL PERU ESTA LLENO DE PERSONAS EMPRENDEDORES CON LAS CAPACIDADES Y HABILIDADES DE CUALQUIER EXTRANJERO.
ResponderBorrarES POR ESO QUE ESTUDIO ADMINISTRACION DE EMPRESA
FELICIDADES A LA FAMILIA AÑAÑOS POR LOS EXITOS.
thanxs, buena información, era lo que necesitaba =)
ResponderBorrarEs muy interesante...muy bonito, saludos ala familia CHAMBI seguirán adelante lose C:
ResponderBorrarmuy interesante...muy buena informacion,un saludo a la familia CHAMBI gracias por todo, bendiciones
ResponderBorrarmuy interesante...muy buena informacion,un saludo a la familia CHAMBI gracias por todo, bendiciones
ResponderBorrarel peru lo es todo con muy buenas personas capaces de salir adelante a pesar del mal gobierno que tenemos, arriba peruanos! si se puede
ResponderBorrarta chido pero necesito mas info XD =(
ResponderBorrarSoy ayacuchano y me siento orgulloso de serlo asi como de mis paisanos que emergen, lo que le pidiera a los gerentes de la empresa es que al seleccionar al personal tengan mucho cuidado ya que en la ciudad de Pucallpa la kola Real esta incumpliendo con la entrega del producto a las distribuidoras y con esto dejando de proveer el producto alconsumidor final y haciendo quedar mal a la empresa y a sus distribuidores.
ResponderBorraresperando tomen en cuenta el presente comentario.
Mmm ... expliquenme c:
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