Lima de arriba y de abajo

Desde su fundación, la ciudad de Lima ha sufrido muchos e importantes cambios. En el aniversario 473 de su fundación española somos testigos de otro más, que transformará la fisonomía de la ciudad y los hábitos de vida y de consumo de los limeños: la revolución de la construcción de edificios.

Como es sabido, luego de la llegada de los españoles el pequeño poblado alrededor de la casa de Pizarro se fue convirtiendo en una ciudad señorial, cuyos habitantes pasaban el verano en los pueblos cercanos de Magdalena o Chorrillos y viajaban dos leguas hasta el Callao, para comunicarse con el mundo. El tiempo hizo después que todos esos poblados y balnearios se unieran y que Lima se convirtiera en una gran ciudad en la cual Miraflores, el Cercado, el Callao, Barranco y Chorrillos se encontraban sin cortes intermedios. Posteriormente, las migraciones ampliaron inmensamente el panorama de la ciudad, haciendo que los cerros aledaños pasaran a formar parte natural de la tres veces coronada villa.

En esos períodos, a diferencia de otras grandes capitales como Caracas, Bogotá o Sao Paulo, que crecían hacia arriba y donde vivir en grandes edificios es la norma, Lima creció horizontalmente. Así, la ciudad se extendió como una gran araña hacia todos los lados, salvo el del mar, llenando los espacios con casas de uno o dos pisos. Las únicas excepciones a esta regla fueron algunos complejos habitacionales subvencionados --unidades vecinales y 'torres'-- a los que se accedía mayormente por sorteo, y uno que otro edificio de departamentos en las zonas más chic de la ciudad, como El Golf de San Isidro.

Pero en los últimos años se desató en Lima el nuevo fenómeno de la construcción masiva de edificios multifamiliares. Estas edificaciones, iniciadas por programas gubernamentales, continuaron movilizadas por la inversión privada. Por primera vez en la historia, los Reyes, pero sobre todo los Chávez y los Quispe limeños, se encuentran frente a una oferta masiva de departamentos de precio accesible en el cuarto, séptimo o noveno piso de algún edificio.

Hoy los estudios que hacemos para nuevos desarrollos nos muestran compradores potenciales que se enfrentan no solamente a la decisión de alejarse de los barrios en donde viven sus familiares y paisanos, sino también a creencias y temores específicos sobre este nuevo modo de vida vertical. Así, tienen dudas simples como: ¿qué pasa si hay un temblor? Y, ¿harán mucho ruido los vecinos? Pero también otras inesperadas como: ¿podré hacer ampliaciones? ¿Dónde criaré mis gallinas?

Felizmente, encuentran que el acceso a la ansiada propiedad, además de temores y desventajas, trae más servicios modernos y menores costos de vida, tema que trataremos otro viernes. Hoy es suficiente el saber que, con cinco siglos de historia, Lima sigue joven y cambiante. La evidencia está en que, con los nuevos edificios, está reinventando --democráticamente-- el concepto de ser conciudadanos de arriba y de abajo.

Por Rolando Arellano. Doctor en márketing

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