Si a un peruano se le pregunta qué marca se le viene a la mente cuando se habla de electrodomésticos, la respuesta es: Hiraoka. Pero pocos saben que la empresa inició como un pequeño bazar en Huanta con el sueño de un inmigrante japonés.
Existen empresas exitosas cuyas historias motivan a los emprendedores a cumplir sus sueños. La de Hiraoka es una de ellas. El relato que te contaremos inició con un inmigrante japonés, que llegó al Perú con una maleta cargada de ilusiones, pero sin imaginar que fundaría uno de los imperios comerciales más importantes de nuestro país.
Corría el año de 1933, cuando Carlos Chiyoteru Hiraoka arribó a nuestro país desde su natal Kumamoto con apenas 19 años. Si bien al inicio su intención no era quedarse mucho tiempo, pues solo vino a visitar a sus familiares, sus planes cambiaron cuando su hermano lo convenció de estudiar una carrera profesional.
Sin embargo, ese sueño se dificultó debido a que no dominaba el idioma español y tuvo que verse obligado a realizar diversos trabajos y oficios en Lima para solventar su permanencia en el país.
Así pasaron 5 años. Era el año 1938, cuando el joven Carlos recibió la oportunidad que le cambiaría la vida. Se trataba de un anuncio en un periódico de la colonia japonesa por el comerciante José Ishikawa, propietario de una cadena de tiendas en la ciudad de Ayacucho.
El inicio de un sueño
A Don Carlos no le resultó difícil dejar la capital para enrumbar a Ayacucho como administrador, pues se trataba del bazar de una familia japonesa. En Comercial Ishikawa, aprendió sobre el comercio de productos y cómo administrar un negocio.
La tienda marchaba viento en popa con Don Carlos como administrador, pero la persecución a los japoneses vino con la Segunda Guerra Mundial y el local tuvo que cerrar. Entonces es cuando recibe su liquidación y decide empezar su propia historia.
Tienda de la familia Ishikawa en los Portales de la Plaza de Armas de Ayacucho, donde empieza a trabajar don Carlos.
Con 27 años, Don Carlos se enamora de Rosa Torres, una chica de Huanta que precisamente trabajaba como cajera de la casa comercial Ishikawa. La pareja decide formar un hogar y abre una pequeña tienda de 20 metros cuadrados donde vendían de todo: sombreros, lana, hilos, agujas, telas, siempre aplicando la famosa técnica de la yapa, el regalito o el descuento.
Don Carlos y doña Rosa en su pequeño local de 20 metros cuadrados.
Fueron años de mucho trabajo y dedicación. Todo el dinero que entraba al negocio se ahorraba. Nada de bancos ni prestamistas, don Carlos prefería crecer alejado de las deudas y los intereses. El inmigrante japonés trabajaba desde las seis de la mañana hasta que ya no hubiera luz. Estaba enfocado en tener éxito.
Su empuje empezó a dar frutas. Su negocio crecía y el bazar fue creciendo en tamaño y reputación. Don Carlos se hizo tan querido en Huanta que llegó a ser elegido alcalde, donde realizó una buena gestión. Eran épocas en que la designación venía desde el gobierno entre los más destacados del pueblo.
Primera tienda de Hiraoka en Huanta, ubicada en la avenida Principal.
A la conquista de la capital
Pero, Don Carlos sentía que ya había tocado techo en Huanta y se enfocó en su siguiente objetivo: conquistar Lima. El emprendedor japonés siempre soñó con abrir una tienda en la avenida Abancay. Compró un terreno en una esquina y con determinación lo fue construyendo hasta tener un edificio de nueve pisos.
Para culminar la construcción de su local, don Carlos rompió por única vez su principal regla de negocio: recurrió al tanomoshi (también llamado pandero), pero solo entre sus amigos.
Don Carlos y doña Rosa posan en una foto familiar junto a 3 de sus 8 hijos.
Es así que en 1964, abre sus puertas Importaciones Hiraoka. Pero el éxito en la capital no fue inmediato. Don Carlos y su esposa, con quien tuvo ocho hijos, probaron varios rubros por casi cinco años. Al inicio vendieron importaciones de plásticos y accesorios, luego fue bazar, más adelante tienda de regalos, después juguetería y al final se llenó de artículos de escritorio.
Primer local de Hiraoka en Lima, ubicado en la avenida Abancay.
La idea de vender electrodomésticos llegó de manera casual, pues en uno de los viajes que don Carlos hacía a Ayacucho se sienta al costado de un ciudadano de origen judío importador radios, quien le propone vender sus productos en la tienda de Hiraoka.
La propuesta resultó ser un éxito y el punto de partido para construir un imperio comercial. Es así que se concretó la expansión, con la apertura de tres tiendas más ubicadas estratégicamente en Miraflores, San Miguel e Independencia. Y además, crea su propia marca propia de artefactos y electrodomésticos (Miray).
La amabilidad y atención fueron siempre una característica de la empresa.
En la década del 90, Hiraoka se había consolidado como una tienda de prestigio en el sector de electrodomésticos. Tanto así que en 1996, la empresa tomó la distribución de Philips por cinco años y posteriormente, decidieron comercializar marcas japonesas.
Lamentablemente, Carlos Chiyoteru Hiraoka fallece en 2004 a la edad de 89 años y trece años después, su esposa Rosa Torres viuda de Hiraoka.
Tiempos modernos
Tras la muerte del fundador, Luis Hugo Hiraoka Torres y Carlos Jorge Hiraoka Torres, hijos de don Carlos, tomaron la posta para mantener vivo el sueño de su fundador y adecuar a la marca a los nuevos tiempos.
Es por ello que en el año 2019, Hiraoka inicia el servicio de venta online a través de su página web y para este 2022 tiene prevista la apertura de dos nuevas tiendas en Lima Sur y Lima Este.