¿Qué tiene que ver el enamoramiento con la motivación en el trabajo? Mucho, son procesos parecidos. Cuando una persona recién es contratada para trabajar en una organización, se puede decir que está enamorada. Idealiza a la empresa, asume que es perfecta y que podrá realizar todos sus sueños en ella. Pero luego de un tiempo, el enamoramiento con la empresa pasa y la persona empieza a ver la realidad. Se encuentra con un jefe que no ejerce buen liderazgo. Ve que le faltan recursos para hacer su trabajo, que no se trabaja tanto en equipo o que existen demasiadas reglas y procesos que entorpecen su labor.
En estudios de las empresas Hay Group y Gallup se ve que, a medida que pasa el tiempo, la motivación baja. La bajada más fuerte se produce en el primer año y luego sigue disminuyendo. Solo cuando pasan 10 años la motivación empieza a aumentar, quizá porque la persona ya sabe que no tiene muchas alternativas a dónde cambiarse.
Es típico que las empresas, para captar a un nuevo talento, vendan y destaquen solo los atributos positivos de la organización. Es típico que tengan programas de inducción que sean amenos, divertidos, que enseñen temas de liderazgo muy inspiradores. Pero, ¿qué pasa cuando la persona entra a la empresa y ve que no todo lo que brilla es oro? Toma poco tiempo aplastarse con la realidad y ver que la cosa no era perfecta.
Hay empresas que toman muy seriamente las expectativas de su talento. Son claras en definir lo positivo y lo que falta mejorar. En sus programas de inducción aclaran expectativas de lo que han logrado y lo que falta por hacer. De esa forma ayudan a que la motivación de su personal no caiga por expectativas. No solo hay que tener cuidado de sobreprometer con nuestros potenciales clientes, también hay que cuidar la sobrepromesa a nuestros futuros empleados.
En estudios de las empresas Hay Group y Gallup se ve que, a medida que pasa el tiempo, la motivación baja. La bajada más fuerte se produce en el primer año y luego sigue disminuyendo. Solo cuando pasan 10 años la motivación empieza a aumentar, quizá porque la persona ya sabe que no tiene muchas alternativas a dónde cambiarse.
Es típico que las empresas, para captar a un nuevo talento, vendan y destaquen solo los atributos positivos de la organización. Es típico que tengan programas de inducción que sean amenos, divertidos, que enseñen temas de liderazgo muy inspiradores. Pero, ¿qué pasa cuando la persona entra a la empresa y ve que no todo lo que brilla es oro? Toma poco tiempo aplastarse con la realidad y ver que la cosa no era perfecta.
Hay empresas que toman muy seriamente las expectativas de su talento. Son claras en definir lo positivo y lo que falta mejorar. En sus programas de inducción aclaran expectativas de lo que han logrado y lo que falta por hacer. De esa forma ayudan a que la motivación de su personal no caiga por expectativas. No solo hay que tener cuidado de sobreprometer con nuestros potenciales clientes, también hay que cuidar la sobrepromesa a nuestros futuros empleados.
Muy interesante. La motivación de los empleados es fundamental para alcanzar el éxito deseado. Hay que tener en cuenta que un empleado feliz trabaja mejor y en consecuencia no solo aumenta su productividad sino también la productividad de la entidad para la cual trabaja.
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