Para algunos, la inversión chilena en el Perú no es sino otra forma de invasión; pero para otros, toda inversión extranjera debe ser bienvenida porque genera empleo.
Los casi trecientos negocios chilenos en el Perú -Saga Falabella, Ripley, Tottus, Lan Perú, Cencosud (Wong), Boticas Fasa, Inkafarma, Sodimac, Santa Isabel, entre otros, han superado ya los US$ 7,000 millones y, como si eso fuera poco, Perú se ha convertido en el principal destino de la inversión de Chile en el exterior del 2009, desplazando a Argentina y Brasil.
¿Por qué hay capital chileno en el extranjero? Porque Chile tiene varios años de crecimiento económico, lo que ha generado grupos económicos con excedentes financieros que buscan otras zonas para invertir.
¿Por qué Perú como destino de las inversiones chilenas? Fundamentalmente por la buena performance de la economía nacional, que ofrece mejores oportunidades de negocio que sus pares latinoamericanas. Trujillo es una muestra palpable de esa tendencia de crecimiento económico que la convierte en imán para inversiones.
Por otro lado, aunque las inversiones peruanas en Chile no alcanzan esos niveles, han tenido un marcado incremento en los últimos años pues han pasado de poco más de US$ 300 millones del 2007 a más de US $ 1,500 millones en el 2009.
Ese despertar de la exportación de capitales de peruanos ha coronado con la compra de la mayor empresa cementera asentada en Chile -la francesa Lafarge- por parte del peruano grupo Brescia, en una operación de 555 millones de dólares, que es nada menos que la segunda mayor inversión extranjera realizada este año en Chile.
No sólo el gran empresario vive con entusiasmo la integración económica. En Chile hay casi cien restaurantes peruanos que facturan US$ 200 millones al año y aproximadamente cien mil compatriotas envían remesas anuales por US$ 60 millones.
Este proceso se da por encima de los recelos históricos que datan del siglo XIX y de algunos impasses recientes, como los videos ofensivos transmitidos por LAN PERU subsidiaria de LAN CHILE, la impertinente venta de armas a Ecuador o la amenazante presencia de Lucchetti en los Pantanos de Villa.
En relación con el diferendo marítimo, el Tribunal de la Haya deberá resolver conforme al derecho internacional y, por supuesto, Perú espera su reivindicación.
Cuando Alan García asumió su segundo mandato anunció que iniciaría frente a Chile una política de cordial competencia y sana rivalidad económica por el liderazgo del Pacífico Sur, dejando atrás la diplomacia de los cañones propia de épocas anteriores y mentes sin perspectiva histórica.
En ese camino estamos, creando dependencias recíprocas e intereses compartidos, generando un intercambio mayor de personas y tecnología. La idea es producir riqueza tanto para el país inversor, como para el país destino.
Son los nuevos paradigmas en las relaciones internacionales. Menos cañones y más escuelas y mejor educación.
Así venceremos a la pobreza, nuestra verdadera guerra del siglo XXI.
Los casi trecientos negocios chilenos en el Perú -Saga Falabella, Ripley, Tottus, Lan Perú, Cencosud (Wong), Boticas Fasa, Inkafarma, Sodimac, Santa Isabel, entre otros, han superado ya los US$ 7,000 millones y, como si eso fuera poco, Perú se ha convertido en el principal destino de la inversión de Chile en el exterior del 2009, desplazando a Argentina y Brasil.
¿Por qué hay capital chileno en el extranjero? Porque Chile tiene varios años de crecimiento económico, lo que ha generado grupos económicos con excedentes financieros que buscan otras zonas para invertir.
¿Por qué Perú como destino de las inversiones chilenas? Fundamentalmente por la buena performance de la economía nacional, que ofrece mejores oportunidades de negocio que sus pares latinoamericanas. Trujillo es una muestra palpable de esa tendencia de crecimiento económico que la convierte en imán para inversiones.
Por otro lado, aunque las inversiones peruanas en Chile no alcanzan esos niveles, han tenido un marcado incremento en los últimos años pues han pasado de poco más de US$ 300 millones del 2007 a más de US $ 1,500 millones en el 2009.
Ese despertar de la exportación de capitales de peruanos ha coronado con la compra de la mayor empresa cementera asentada en Chile -la francesa Lafarge- por parte del peruano grupo Brescia, en una operación de 555 millones de dólares, que es nada menos que la segunda mayor inversión extranjera realizada este año en Chile.
No sólo el gran empresario vive con entusiasmo la integración económica. En Chile hay casi cien restaurantes peruanos que facturan US$ 200 millones al año y aproximadamente cien mil compatriotas envían remesas anuales por US$ 60 millones.
Este proceso se da por encima de los recelos históricos que datan del siglo XIX y de algunos impasses recientes, como los videos ofensivos transmitidos por LAN PERU subsidiaria de LAN CHILE, la impertinente venta de armas a Ecuador o la amenazante presencia de Lucchetti en los Pantanos de Villa.
En relación con el diferendo marítimo, el Tribunal de la Haya deberá resolver conforme al derecho internacional y, por supuesto, Perú espera su reivindicación.
Cuando Alan García asumió su segundo mandato anunció que iniciaría frente a Chile una política de cordial competencia y sana rivalidad económica por el liderazgo del Pacífico Sur, dejando atrás la diplomacia de los cañones propia de épocas anteriores y mentes sin perspectiva histórica.
En ese camino estamos, creando dependencias recíprocas e intereses compartidos, generando un intercambio mayor de personas y tecnología. La idea es producir riqueza tanto para el país inversor, como para el país destino.
Son los nuevos paradigmas en las relaciones internacionales. Menos cañones y más escuelas y mejor educación.
Así venceremos a la pobreza, nuestra verdadera guerra del siglo XXI.