Atendiendo varios requerimientos acerca de la evolución de largo plazo del producto bruto interno, en esta ocasión publicamos una información muy importante al respecto. Proviene de la Memoria 2008 del Banco Central de Reserva.
Los datos muestran la variación real del PBI anual para todo el período 1922-2008. Gracias a ellos se puede apreciar cómo le fue a la economía peruana en ese extensísimo lapso de tiempo: qué períodos fueron los más prósperos y cuáles los de mayores penurias.
La información complementa a la de evolución del PBI en soles constantes presentado hace algunas semanas (ver aquí).Se puede observar que la economía tuvo un crecimiento bastante importante en los años 20, pero que, lamentablemente, cayó fuertemente a raíz de la grave crisis de 1929, que afectó a todo el mundo. Luego de unos años de recuperación, sobrevino la Segunda Guerra Mundial, que también causó estragos, aunque no tan graves como los de la gran depresión.
Terminada la guerra, sobrevino un largo período de recuperación y crecimiento sostenido, con la excepción de muy pocos años.
Ese período de bonanza terminó a mediados de los años 70, al comenzar a hacer efecto la política estatista puesta en marcha a fines de los años 60 por la dictadura de Velasco. Esta política, caracterizada por los controles, prohibiciones, subsidios y otras medidas de corte populista y heterodoxo, dio lugar a graves desequilibrios macroeconómicos y desalentó las inversiones privadas. El entorno internacional, de drástica subida del precio del petróleo, agravó la situación de una economía profundamente debilitada, produciéndose como resultado de todo lo anterior una notoria desaceleración y posterior caída del PBI.
La caída, acelerada por un manejo macroeconómico que, lejos de corregir los problemas de fondo heredados del velascato, convivió con ellos, se prolongó durante todos los años 80. El clímax llegó en el lamentable primer gobierno de Alan García, en el cual, forzando una recuperación basada en un irracional impulso de la demanda, se generó un desequilibrio de grandes proporciones, traducido en una hiperinflación que pauperizó a la ciudadanía y degeneró en una terrible recesión. El gráfico es ilustrativo: en él se puede ver que la crisis de los años 80 fue la peor del siglo, mucho más letal que la derivada del crac de 1929.
Felizmente, en los años 90 se desmanteló el nefasto esquema velasquista y se adoptó una política de libre mercado, que, afortunadamente, no ha sido variada desde entonces. Como por arte de magia, con ese esquema desapareció la inflación y retornaron las inversiones y el crecimiento. Los resultados saltan a la vista: los últimos dieciocho años se hallan entre los mejores del siglo para nuestra economía.
Los datos muestran la variación real del PBI anual para todo el período 1922-2008. Gracias a ellos se puede apreciar cómo le fue a la economía peruana en ese extensísimo lapso de tiempo: qué períodos fueron los más prósperos y cuáles los de mayores penurias.
En azul y en rojo: 86 años de PBI (hacer click para ampliar)
La información complementa a la de evolución del PBI en soles constantes presentado hace algunas semanas (ver aquí).Se puede observar que la economía tuvo un crecimiento bastante importante en los años 20, pero que, lamentablemente, cayó fuertemente a raíz de la grave crisis de 1929, que afectó a todo el mundo. Luego de unos años de recuperación, sobrevino la Segunda Guerra Mundial, que también causó estragos, aunque no tan graves como los de la gran depresión.
Terminada la guerra, sobrevino un largo período de recuperación y crecimiento sostenido, con la excepción de muy pocos años.
Ese período de bonanza terminó a mediados de los años 70, al comenzar a hacer efecto la política estatista puesta en marcha a fines de los años 60 por la dictadura de Velasco. Esta política, caracterizada por los controles, prohibiciones, subsidios y otras medidas de corte populista y heterodoxo, dio lugar a graves desequilibrios macroeconómicos y desalentó las inversiones privadas. El entorno internacional, de drástica subida del precio del petróleo, agravó la situación de una economía profundamente debilitada, produciéndose como resultado de todo lo anterior una notoria desaceleración y posterior caída del PBI.
La caída, acelerada por un manejo macroeconómico que, lejos de corregir los problemas de fondo heredados del velascato, convivió con ellos, se prolongó durante todos los años 80. El clímax llegó en el lamentable primer gobierno de Alan García, en el cual, forzando una recuperación basada en un irracional impulso de la demanda, se generó un desequilibrio de grandes proporciones, traducido en una hiperinflación que pauperizó a la ciudadanía y degeneró en una terrible recesión. El gráfico es ilustrativo: en él se puede ver que la crisis de los años 80 fue la peor del siglo, mucho más letal que la derivada del crac de 1929.
Felizmente, en los años 90 se desmanteló el nefasto esquema velasquista y se adoptó una política de libre mercado, que, afortunadamente, no ha sido variada desde entonces. Como por arte de magia, con ese esquema desapareció la inflación y retornaron las inversiones y el crecimiento. Los resultados saltan a la vista: los últimos dieciocho años se hallan entre los mejores del siglo para nuestra economía.