Hace un año publicamos, basándonos en los datos del Banco Central, un informe, que iba acompañado de un revelador gráfico (ver aquí) acerca de la evolución del producto bruto interno real por habitante durante el período 1950-2007. Dada la buena acogida que tuvo, la próxima semana lo actualizaremos, gracias a la información que acaba de sacar a la luz el instituto emisor en su Memoria 2008.
Hoy revisaremos, siempre basándonos en la referida publicación del BCR, el gráfico con los datos acerca del PBI en dicho período.
Éstos son del mayor interés, teniendo en cuenta que, por estar expresados en soles del año 1994 (es decir, soles con una capacidad adquisitiva constante), permiten apreciar con toda claridad cómo fluctuó, en términos reales, el valor de lo producido por nuestro país. Además, debido a que consignamos (fotografía incluida) una referencia acerca de los presidentes que se sucedieron en el gobierno del país a lo largo del mismo, se puede determinar quiénes de ellos nos condujeron por la senda del avance y quiénes por la del declive. Así que, sin más preámbulos, ahora nos concentraremos en el gráfico, no sin antes precisar que los datos correspondientes a los años 2009, 2010 y 2011 son estimaciones nuestras, basadas en una previsión, bastante conservadora, de crecimientos de 3%, 4% y 5%, respectivamente.
Se aprecia claramente que los años del período 1950-1975 fueron, casi sin excepción, de crecimiento sostenido. Durante las primeras décadas de tal período el país se benefició significativamente del auge de los precios de nuestras principales exportaciones (debido a la guerra de Corea), ingresos con los cuales el Estado pudo llevar a cabo una importante labor de construcción de infraestructura pública. Sin embargo, la preeminencia la tenía la actividad privada, pues el Estado no intervenía mayormente en la actividad productiva.
Tal situación fue cambiando conforme transcurría el tiempo, y hacia fines de los años 60 e inicios de los 70 dio un giro radical, con las nefastas reformas de la dictadura de Velasco. Con ellas, el Estado pasó a tener un papel protagónico en la producción, e impuso una serie de medidas contrarias a la libertad económica, como controles de precios, exorbitantes tasas arancelarias, cierre del mercado a las importaciones, trato discriminatorio contra la inversión extranjera, etc. Eso fue acompañado de un desmedido gasto fiscal, tanto en el Gobierno Central como en las empresas públicas. Como era previsible, el resultado de esa absurda política fue el descalabro económico, que se hizo manifiesto a partir de 1975.
Desde entonces, el Perú se sumergió en años de una terrible debilidad económica, años en los que a la creciente inflación se sumó un nivel cada vez mayor de estancamiento de la actividad productiva, que trajo como secuela el incremento del desempleo y la sostenida caída de los salarios. Los mediocres gobiernos de Morales Bermúdez, Belaúnde y García, en lugar de desmantelar la perversa estructura productiva montada por Velasco, se limitaron a administrar la crisis, lógicamente, con nulos resultados, dado que no atacaron la raíz del problema. A esa carencia, el primer gobierno de Alan García le sumó una pésima política económica, que terminó de hundir nuestra economía, haciendo que el nivel del PBI cayera en 1990 por debajo del alcanzado en 1975. Es decir, la economía no creció nada en esos quince años, mientras que la población lo hizo en nada menos que 43%. Eso, que se reflejó en un PBI per capita golpeado mucho más dramáticamente que el PBI total, será mostrado la próxima semana.
Afortunadamente, dicha política económica iniciada durante el gobierno de Fujimori no ha sido abandonada, sino más bien apuntalada, por los gobiernos de Toledo y García, quienes, con reformas estructurales importantes, como la eliminación del absurdo régimen de Cédula Viva o la suscripción de los vitales TLC con las principales economías del mundo también han puesto su grano de arena para el perfeccionamiento del modelo, en una actitud responsable que merece ser reconocida.
De esa manera, y tal como muestran los gráficos, el Perú se acerca al cierre de la primera década del siglo XXI totalmente recuperado del grave daño que las políticas económicas irresponsables le infligieron en su momento. Felizmente, todo eso ya es historia. Lo importante es que, gracias a las correcciones efectuadas, el futuro de nuestra economía, y por ende el futuro de todos los peruanos, se presenta sumamente promisorio.
Hoy revisaremos, siempre basándonos en la referida publicación del BCR, el gráfico con los datos acerca del PBI en dicho período.
Éstos son del mayor interés, teniendo en cuenta que, por estar expresados en soles del año 1994 (es decir, soles con una capacidad adquisitiva constante), permiten apreciar con toda claridad cómo fluctuó, en términos reales, el valor de lo producido por nuestro país. Además, debido a que consignamos (fotografía incluida) una referencia acerca de los presidentes que se sucedieron en el gobierno del país a lo largo del mismo, se puede determinar quiénes de ellos nos condujeron por la senda del avance y quiénes por la del declive. Así que, sin más preámbulos, ahora nos concentraremos en el gráfico, no sin antes precisar que los datos correspondientes a los años 2009, 2010 y 2011 son estimaciones nuestras, basadas en una previsión, bastante conservadora, de crecimientos de 3%, 4% y 5%, respectivamente.
Se aprecia claramente que los años del período 1950-1975 fueron, casi sin excepción, de crecimiento sostenido. Durante las primeras décadas de tal período el país se benefició significativamente del auge de los precios de nuestras principales exportaciones (debido a la guerra de Corea), ingresos con los cuales el Estado pudo llevar a cabo una importante labor de construcción de infraestructura pública. Sin embargo, la preeminencia la tenía la actividad privada, pues el Estado no intervenía mayormente en la actividad productiva.
Tal situación fue cambiando conforme transcurría el tiempo, y hacia fines de los años 60 e inicios de los 70 dio un giro radical, con las nefastas reformas de la dictadura de Velasco. Con ellas, el Estado pasó a tener un papel protagónico en la producción, e impuso una serie de medidas contrarias a la libertad económica, como controles de precios, exorbitantes tasas arancelarias, cierre del mercado a las importaciones, trato discriminatorio contra la inversión extranjera, etc. Eso fue acompañado de un desmedido gasto fiscal, tanto en el Gobierno Central como en las empresas públicas. Como era previsible, el resultado de esa absurda política fue el descalabro económico, que se hizo manifiesto a partir de 1975.
Desde entonces, el Perú se sumergió en años de una terrible debilidad económica, años en los que a la creciente inflación se sumó un nivel cada vez mayor de estancamiento de la actividad productiva, que trajo como secuela el incremento del desempleo y la sostenida caída de los salarios. Los mediocres gobiernos de Morales Bermúdez, Belaúnde y García, en lugar de desmantelar la perversa estructura productiva montada por Velasco, se limitaron a administrar la crisis, lógicamente, con nulos resultados, dado que no atacaron la raíz del problema. A esa carencia, el primer gobierno de Alan García le sumó una pésima política económica, que terminó de hundir nuestra economía, haciendo que el nivel del PBI cayera en 1990 por debajo del alcanzado en 1975. Es decir, la economía no creció nada en esos quince años, mientras que la población lo hizo en nada menos que 43%. Eso, que se reflejó en un PBI per capita golpeado mucho más dramáticamente que el PBI total, será mostrado la próxima semana.
Una visión de más largo plazo: los últimos 86 años.
Afortunadamente, dicha política económica iniciada durante el gobierno de Fujimori no ha sido abandonada, sino más bien apuntalada, por los gobiernos de Toledo y García, quienes, con reformas estructurales importantes, como la eliminación del absurdo régimen de Cédula Viva o la suscripción de los vitales TLC con las principales economías del mundo también han puesto su grano de arena para el perfeccionamiento del modelo, en una actitud responsable que merece ser reconocida.
De esa manera, y tal como muestran los gráficos, el Perú se acerca al cierre de la primera década del siglo XXI totalmente recuperado del grave daño que las políticas económicas irresponsables le infligieron en su momento. Felizmente, todo eso ya es historia. Lo importante es que, gracias a las correcciones efectuadas, el futuro de nuestra economía, y por ende el futuro de todos los peruanos, se presenta sumamente promisorio.