Una gran noticia se dio ayer en uno de los sectores que más están padeciendo por la crisis internacional. Luego de que el Congreso peruano aprobara las normas correspondientes a su implementación, el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos ha quedado prácticamente listo para entrar en vigencia. Y, según la Ministra de Comercio Exterior, ello ocurrirá en tan sólo dos semanas y media, al despuntar el mes de febrero. Sólo quedan pendientes unos cuantos reglamentos, que, por estar a cargo del Ejecutivo, seguramente serán promulgados muy rápidamente.
La noticia, qué duda cabe, es excelente para nuestro sector exportador, que por efecto de la recesión internacional, en los últimos meses ha venido disminuyendo en forma significativa sus ventas. Ahora, al levantarse las barreras arancelarias para la casi totalidad de los productos, tal situación podría ser revertida siquiera parcialmente, pues la puerta quedará abierta para el ingreso al gigantesco mercado norteamericano, el más grande del mundo.
Es cierto que estamos encontrando a éste bajo el peor escenario posible: terriblemente debilitado, con un consumo y una demanda severamente contraídos. Pero eso no es suficiente para desanimarse. Hay que recordar que, pese a todo, sigue siendo un mercado enorme. Además, es bueno saber que en estos casos, paralelamente a la disminución de la demanda, suele haber sustitución de bienes: la gente se orienta hacia productos que, siendo de buena calidad, también tienen precios asequibles.
Nuestros productos cumplen con la primera condición, y, por efecto del TLC (y su arancel cero), cumplirán también con la segunda. Por ello, serán fuertes candidatos a gozar de las preferencias de los consumidores, desplazando a productos que deberán pagar aranceles. Así, al margen de hallarse en una muy mala situación, el mercado norteamericano podría ayudarnos a mejorar sustantivamente nuestros montos de exportación.
La idea de la Ministra y de todo el equipo que preparó las normas de implementación es propiciar que sea el presidente Bush, gran propulsor del TLC, el que dé, en sus últimos días en el cargo, el visto bueno norteamericano a estos últimos toques del acuerdo. No se quiere correr el riesgo de que la nueva administración, próxima a instalarse, vaya a poner alguna objeción de última hora que frustre el objetivo.
La noticia, qué duda cabe, es excelente para nuestro sector exportador, que por efecto de la recesión internacional, en los últimos meses ha venido disminuyendo en forma significativa sus ventas. Ahora, al levantarse las barreras arancelarias para la casi totalidad de los productos, tal situación podría ser revertida siquiera parcialmente, pues la puerta quedará abierta para el ingreso al gigantesco mercado norteamericano, el más grande del mundo.
Es cierto que estamos encontrando a éste bajo el peor escenario posible: terriblemente debilitado, con un consumo y una demanda severamente contraídos. Pero eso no es suficiente para desanimarse. Hay que recordar que, pese a todo, sigue siendo un mercado enorme. Además, es bueno saber que en estos casos, paralelamente a la disminución de la demanda, suele haber sustitución de bienes: la gente se orienta hacia productos que, siendo de buena calidad, también tienen precios asequibles.
Nuestros productos cumplen con la primera condición, y, por efecto del TLC (y su arancel cero), cumplirán también con la segunda. Por ello, serán fuertes candidatos a gozar de las preferencias de los consumidores, desplazando a productos que deberán pagar aranceles. Así, al margen de hallarse en una muy mala situación, el mercado norteamericano podría ayudarnos a mejorar sustantivamente nuestros montos de exportación.
La idea de la Ministra y de todo el equipo que preparó las normas de implementación es propiciar que sea el presidente Bush, gran propulsor del TLC, el que dé, en sus últimos días en el cargo, el visto bueno norteamericano a estos últimos toques del acuerdo. No se quiere correr el riesgo de que la nueva administración, próxima a instalarse, vaya a poner alguna objeción de última hora que frustre el objetivo.