¿Crecer al 7 ó al 10%?

En las circunstancias actuales, en que la economía viene alcanzando tasas mensuales de crecimiento superiores al 10%, pero en las que a la vez la inflación anualizada sobrepasa el 6%, se ha generado un interesante debate acerca de la opción a seguir en el futuro inmediato: desacelerar la demanda para frenar la elevación de precios, o más bien dar pasos que permitan incrementar la oferta y sostener la alta tasa del PBI. En ambos casos, se lograría atenuar la inflación.

La Opción Conservadora
El presidente del Banco Central de Reserva (BCR), Julio Velarde, fue uno de los primeros en señalar que, en las condiciones actuales, la economía no puede seguir creciendo a ritmo chino, pues eso es insostenible, dado que nuestro actual potencial de crecimiento sólo llega a entre 7 y 8%.


El Banco Central ya viene tomando medidas para restringir y encarecer el crédito.

La elevación de la inflación le estaría dando la razón. Habiéndose llegado al consenso de que no toda la escalada de precios es atribuible a los mayores precios externos, sino también a la fortísima expansión de la demanda interna (13%), ahora hasta el mismo presidente García (que lo reconoció así en su mensaje por Fiestas Patrias) plantea una leve desaceleración de ésta. Evidentemente, lo hace con conocimiento de causa, luego del trauma hiperinflacionario de su terrible primer gobierno.

En tal sentido, se ha mostrado de acuerdo, por ejemplo, con las medidas del BCR, de elevar las tasas de referencia y de encaje y revisar el monto del gasto público, de tal manera que el Estado, en lo que le corresponde, no siga ejerciendo presión sobre la demanda. Por ejemplo, ha dado a entender que el subsidio a los combustibles, que a paso lento pero constante ya ha llegado a la preocupante cifra de S/. 3 mil millones, no podrá seguir siendo sostenido.

Es decir, aparentemente, las decisiones al más alto nivel apuntan a estacionar la tasa de crecimiento de la economía en niveles de 7%, con el fin de contrarrestar y combatir el fenómeno inflacionario.

La Otra Opción
Pero hay otros analistas, de tendencia mucho más liberal, encabezados por el economista Fritz Du Bois, que discrepan de esa opción, pues señalan que constituiría un intento de dirigir el mercado. En su opinión, no hay que temer a un crecimiento muy elevado cuando éste es sano y no depende de medidas artificiales, como un gasto público desenfrenado o una expansión descontrolada del crédito.

Señalan ellos que enfriar la economía en una coyuntura tan propicia como la actual podría generar desconcierto, pesimismo y una sobrerreacción en contra, haciendo que ésta no sólo se desacelere al 7%, sino probablemente a tasas menores. Y ello, además de generar un gran desencanto, podría llevar a la población a apoyar, en las próximas elecciones, a aventureros demagogos que desafortunadamente siguen rondando en el ambiente político.

Du Bois y otros plantean, más bien, aprovechar la actual etapa de bonanza para dar el gran salto de modernización que aún nos falta y así poder acceder a un ritmo asiático de crecimiento, sin amenazas de recalentamiento.


El Perú aspira a alcanzar tasas de crecimiento tan altas como las de China.

¿Cómo se lograría esto? A través de reformas y acciones que permitirían ampliar la capacidad productiva y, por ende, el potencial de crecimiento de la economía, llevándolo del actual y limitado 7 ú 8% a niveles del 10%.

Para ello, se necesitaría desburocratizar y simplificar, de inmediato, el Estado, para hacerlo mucho más eficiente y productivo. Si bien se ha hecho reformas en los últimos meses, aún son insuficientes, pues éste sigue siendo una barrera que frena y encarece los trámites y las inversiones.

La inversión pública debería ser mucho más focalizada, y su supervisión no debería estar exclusivamente en manos del importante y necesario Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP), sino también de entidades privadas, especializadas en la evaluación de proyectos, de tal manera que éstos se agilicen y ejecuten con más rapidez.

También se requeriría acelerar las concesiones en carreteras, puertos, aeropuertos, sistemas de telecomunicaciones, energía, agua, etc, y hacer más expeditivo el proceso de cambio de nuestra matriz energética, desligándonos del encarecido petróleo y embarcándonos en un futuro casi totalmente gasífero.

Asimismo, acelerar el proceso de liberalización comercial, prosiguiendo con la reducción de aranceles en los sectores donde aún falta hacerlo, y suscribiendo nuevos TLC.

En el plano educativo, se debería dar pasos encaminados a una rápida mejoría de los programas y currículums, e incentivar una mayor participación del sector privado, especialmente en el nivel universitario, donde se requiere una revolución en materia de enfoques, despolitizando los claustros y orientándolos hacia la investigación y la tecnología. Las evaluaciones del magisterio deberían convertirse en una rutina cada vez más exigente, que permita seleccionar sólo a los educadores más aptos.

En el campo laboral, se requeriría seguir eliminando rigideces, que permitan un fluido funcionamiento del mercado.

Manteniendo la disciplina fiscal, procurando que las cuentas externas sigan siendo positivas, preservando la estabilidad del sistema financiero, y poniendo en práctica medidas de modernización como las señaladas, la inversión, que ya alcanza niveles record, aumentaría aún más, haciendo que la economía se ubique en posición de afrontar, sin mayores problemas, una tasa de crecimiento de nivel chino. Y eso implicaría un verdadero salto cualitativo en nuestras perspectivas de desarrollo.

Creemos que la opción de Du Bois es la más adecuada. El Perú, y toda su población, necesitan lograr el objetivo del desarrollo en plazos más cortos que los previamente planteados. Siendo, además, una opción totalmente viable, no parece haber razones para no apostar por ella.

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