El modelo de las cabinas de Internet está casi agotado, ha tocado techo. Con un costo de apertura de solo US$7.500, las cabinas se han multiplicado como conejos en los últimos años, y el precio por hora ha caído en picada. En algunas zonas de Lima, es posible sentarse a navegar por Internet una hora y veinte minutos por 60 céntimos de sol. No es casualidad, entonces, que los niveles de acceso de los peruanos a Internet dupliquen el promedio sudamericano y se encuentren incluso por encima de China y Brasil. No solo no es casualidad, sino que es mérito casi exclusivo de las cabinas. Felicitaciones, señores dueños de las cabinas, el mérito es todo suyo: ocho (quizá nueve) de cada diez peruanos chatean, navegan y leen su correo en una cabina. Lamentablemente, no solo de palmaditas en el hombro vive el dueño de una cabina, y a precios tan bajos, las cabinas se alejan del atractivo modelo de negocios que fueron a finales de los años 90.
De hecho, desde hace tiempo el modelo empezó a dar muestras de estrés. Un estudio del 2005 elaborado por Pro Expansión encontró que para una abrumadora mayoría de dueños de cabinas (72% de los encuestados), el negocio estaba "regular" nomás. En lugares de alta concentración de cabinas, frente a la UNI, por ejemplo, las grietas en el modelo son casi tangibles. Hasta cinco cabinas se disputan la clientela en algunas de las cuadras que rodean el complejo universitario de la avenida Túpac Amaru; las máquinas se apiñan en los locales estrechos y el deterioro generalizado de los equipos es la nota predominante. "El público no crece, pero la competencia sí", explica Jorge, dueño de una cabina de la zona. "Estamos viendo qué hacer, porque cuando los estudiantes salen de vacaciones las cosas se ponen muy mal". Resulta fácil entender el desaliento de Jorge cuando la situación de las cabinas ha alcanzado niveles tan críticos que Agustín Zúñiga, ex director ejecutivo del Centro de Promoción de la Pequeña Empresa y Microempresa (Prompyme), estima que entre el 5% y 6% de las cabinas han cerrado o cambiado de dirección en los últimos seis meses (difícil saber si es una u otra cuando la informalidad en el sector alcanza al 80%).
La buena noticia es que para muchos expertos la solución está en manos de los propios dueños de las cabinas. "Las cabinas son los Ticos de la tecnología y la única salida es transformar estos Ticos tecnológicos en vehículos capaces de transportar información en todo su potencial, integrándose a la cadena productiva como facilitadores de conocimiento", sostiene Rolando Toledo, gerente general de la Red Científica Peruana (RCP).
¿Tecnología para todos?
Con cerca de 1'800.000 microempresas en todo el país y una falta de manejo del tema tecnológico casi igual de grande, el potencial del mercado de servicios web dirigido a las MYPE es enorme. De un universo de 700 microempresarios encuestados, el estudio de Pro Expansión mostró que el 23% no tenía conocimiento alguno de las tecnologías de la información y el 50% solo tenía un conocimiento elemental. Menos de la tercera parte poseía una computadora y un altísimo porcentaje (47%) nunca usaba Internet. En contraposición a tan abrumadora carencia tecnológica, la gran mayoría consideraba que el tema era lo suficientemente importante como para pagar por él: 73% de los microempresarios mostró interés en contratar los servicios de una 'cabina empresarial'.
¿Pero qué es exactamente una cabina empresarial? Básicamente es una empresa que brinda bajo un solo techo servicios que giran en torno a Internet: desde oficina virtual o acceso a las ventanillas electrónicas de entidades estatales hasta el viejo negocio del alquiler de máquinas para navegar. Electronic GIC, por ejemplo, una cabina de la avenida Faucett convertida hoy en centro empresarial, ofrece diseño de páginas web, administración de correos y búsqueda de información especializada sobre productos y mercados de exportación. La experiencia de este centro empresarial o cibercentro es aleccionadora sobre el nivel de demanda que este modelo de negocios tendría. "Por nuestro principal servicio, que es la oficina virtual, cobramos unos US$20 mensuales a cada uno de nuestros clientes, que son unas 30 empresas", explica Yuri Rojas, gerente de Electronic GIC y fundador de la Asociación Peruana de Servicios de Internet (Aspesi), que agrupa a otras cinco cabinas convertidas en cibercentros.
En Sysweb, otro cibercentro ubicado a unas cuadras de Polvos Rosados, nos topamos con una historia similar. "Cuando el acceso a Internet era nuestra principal fuente de ingresos, teníamos 10 máquinas solo para navegar, pero hoy las he reducido a cuatro, y dedico cinco a capacitación y otras cuatro a servicios como desarrollo web", explica Patricia Reyes, gerenta del cibercentro cuya rentabilidad se ha incrementado 200% en los últimos dos años.
¿Se puede clonar?
La pregunta del millón es: ¿Hasta qué punto el modelo es replicable en las casi 33.000 cabinas que hay en el país? Debido a sus diferentes fortalezas y debilidades, así como a las diferentes características del mercado local, parece obvio que no todas podrán transformarse en centros empresariales completos. Por eso se propone establecer un sistema de categorías según el número y la calidad de servicios que cada centro brindaría. En octubre del año pasado, Prompyme puso en marcha el proyecto de Cibercentros en alianza con Aspesi, pero luego del cambio de director en la entidad estatal, hoy la alianza se encuentra en evaluación.
Si usted es uno de esos dueños de cabinas que sienten que su modelo actual de negocios llegó a su límite, considere contactar a Aspesi y dar el salto. Según Rojas, la inversión en equipos y recursos humanos ascendería a US$10.000 si empieza desde cero, pero no pasaría de US$1.500 si ya posee una cabina. Aún hay mucho pan por rebanar, pero si todo sale bien, la convergencia de intereses de los dueños de cabinas, MYPE y Estado (si Prompyme le da luz verde al proyecto) no podrá haber sido más feliz. Al convertirse en centros de servicios para empresarios e incorporarse a la cadena productiva como facilitadores del conocimiento, las cabinas evolucionan, incrementan sus ingresos y salvan el pellejo. Y las MYPE acceden al mundo tecnológico y a oportunidades de negocios a bajos costos.
De hecho, desde hace tiempo el modelo empezó a dar muestras de estrés. Un estudio del 2005 elaborado por Pro Expansión encontró que para una abrumadora mayoría de dueños de cabinas (72% de los encuestados), el negocio estaba "regular" nomás. En lugares de alta concentración de cabinas, frente a la UNI, por ejemplo, las grietas en el modelo son casi tangibles. Hasta cinco cabinas se disputan la clientela en algunas de las cuadras que rodean el complejo universitario de la avenida Túpac Amaru; las máquinas se apiñan en los locales estrechos y el deterioro generalizado de los equipos es la nota predominante. "El público no crece, pero la competencia sí", explica Jorge, dueño de una cabina de la zona. "Estamos viendo qué hacer, porque cuando los estudiantes salen de vacaciones las cosas se ponen muy mal". Resulta fácil entender el desaliento de Jorge cuando la situación de las cabinas ha alcanzado niveles tan críticos que Agustín Zúñiga, ex director ejecutivo del Centro de Promoción de la Pequeña Empresa y Microempresa (Prompyme), estima que entre el 5% y 6% de las cabinas han cerrado o cambiado de dirección en los últimos seis meses (difícil saber si es una u otra cuando la informalidad en el sector alcanza al 80%).
La buena noticia es que para muchos expertos la solución está en manos de los propios dueños de las cabinas. "Las cabinas son los Ticos de la tecnología y la única salida es transformar estos Ticos tecnológicos en vehículos capaces de transportar información en todo su potencial, integrándose a la cadena productiva como facilitadores de conocimiento", sostiene Rolando Toledo, gerente general de la Red Científica Peruana (RCP).
¿Tecnología para todos?
Con cerca de 1'800.000 microempresas en todo el país y una falta de manejo del tema tecnológico casi igual de grande, el potencial del mercado de servicios web dirigido a las MYPE es enorme. De un universo de 700 microempresarios encuestados, el estudio de Pro Expansión mostró que el 23% no tenía conocimiento alguno de las tecnologías de la información y el 50% solo tenía un conocimiento elemental. Menos de la tercera parte poseía una computadora y un altísimo porcentaje (47%) nunca usaba Internet. En contraposición a tan abrumadora carencia tecnológica, la gran mayoría consideraba que el tema era lo suficientemente importante como para pagar por él: 73% de los microempresarios mostró interés en contratar los servicios de una 'cabina empresarial'.
¿Pero qué es exactamente una cabina empresarial? Básicamente es una empresa que brinda bajo un solo techo servicios que giran en torno a Internet: desde oficina virtual o acceso a las ventanillas electrónicas de entidades estatales hasta el viejo negocio del alquiler de máquinas para navegar. Electronic GIC, por ejemplo, una cabina de la avenida Faucett convertida hoy en centro empresarial, ofrece diseño de páginas web, administración de correos y búsqueda de información especializada sobre productos y mercados de exportación. La experiencia de este centro empresarial o cibercentro es aleccionadora sobre el nivel de demanda que este modelo de negocios tendría. "Por nuestro principal servicio, que es la oficina virtual, cobramos unos US$20 mensuales a cada uno de nuestros clientes, que son unas 30 empresas", explica Yuri Rojas, gerente de Electronic GIC y fundador de la Asociación Peruana de Servicios de Internet (Aspesi), que agrupa a otras cinco cabinas convertidas en cibercentros.
En Sysweb, otro cibercentro ubicado a unas cuadras de Polvos Rosados, nos topamos con una historia similar. "Cuando el acceso a Internet era nuestra principal fuente de ingresos, teníamos 10 máquinas solo para navegar, pero hoy las he reducido a cuatro, y dedico cinco a capacitación y otras cuatro a servicios como desarrollo web", explica Patricia Reyes, gerenta del cibercentro cuya rentabilidad se ha incrementado 200% en los últimos dos años.
¿Se puede clonar?
La pregunta del millón es: ¿Hasta qué punto el modelo es replicable en las casi 33.000 cabinas que hay en el país? Debido a sus diferentes fortalezas y debilidades, así como a las diferentes características del mercado local, parece obvio que no todas podrán transformarse en centros empresariales completos. Por eso se propone establecer un sistema de categorías según el número y la calidad de servicios que cada centro brindaría. En octubre del año pasado, Prompyme puso en marcha el proyecto de Cibercentros en alianza con Aspesi, pero luego del cambio de director en la entidad estatal, hoy la alianza se encuentra en evaluación.
Si usted es uno de esos dueños de cabinas que sienten que su modelo actual de negocios llegó a su límite, considere contactar a Aspesi y dar el salto. Según Rojas, la inversión en equipos y recursos humanos ascendería a US$10.000 si empieza desde cero, pero no pasaría de US$1.500 si ya posee una cabina. Aún hay mucho pan por rebanar, pero si todo sale bien, la convergencia de intereses de los dueños de cabinas, MYPE y Estado (si Prompyme le da luz verde al proyecto) no podrá haber sido más feliz. Al convertirse en centros de servicios para empresarios e incorporarse a la cadena productiva como facilitadores del conocimiento, las cabinas evolucionan, incrementan sus ingresos y salvan el pellejo. Y las MYPE acceden al mundo tecnológico y a oportunidades de negocios a bajos costos.
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