Así, se estimó que la economía ya no podría crecer a esa tasa, sino únicamente a una aproximada de entre 7% y 7.2%, considerando los daños que el fenómeno había provocado en parte de la infraestructura iqueña, y la paralización a la que había obligado durante algunos días a la actividad económica del departamento, entre ellas la agroexportadora, la pesquera y la turística.
Sin embargo, a la luz de la notable recuperación del sector productivo iqueño y del fuerte empuje que viene mostrando la economía en general, por efecto del incesante flujo de inversiones y la expansión del consumo interno, las expectativas han vuelto a hacerse crecientemente optimistas, dejando ver que se podría lograr e inclusive superar la meta planteada inicialmente.
Así, el propio ministro de Economía acaba de declarar que al final del año el PBI podría cerrar con una tasa de expansión cercana al 8%. Este optimismo está siendo compartido por un número cada vez mayor de agentes económicos y analistas. En efecto, el BCR y diversos bancos de inversión y agencias de análisis también están comenzando a reajustar hacia arriba sus estimados, en concordancia con las proyecciones oficiales. Enhorabuena. El instituto emisor ya elevó su pronóstico para este año a 7.6%. Además, ha elevado el del próximo año de 6% a 6.5%.
Hasta julio, la economía lleva un crecimiento acumulado de 7.9%. Según el indicador líder del MEF, en agosto la variación habría sido de 6.3%, en setiembre de 7.6% y en octubre de 6.5%. Con ello, el crecimiento acumulado se mantendría alrededor del 7.5%, pudiendo acercarse al 8% de aumentar las inversiones ante la inminencia de la firma del TLC con Estados Unidos y de cerrarse el año con una buena campaña navideña. Esperemos que así sea.