Mensaje del Obispo de Huánuco con motivo del Aniversario de la CVR

carta del Obispo de Huánuco, Monseñor Jaime Rodríguez Salazar, con ocasión del III aniversario de la entrega del Informe Final de la CVR.


LA PAZ Y LA RECONCILIACIÓN SE CONSTRUYEN CON LA VERDAD


Este 28 de agosto se cumplen tres años en que la Comisión de la Verdad y Reconciliación entregó al Estado y al país el Informe Final de su trabajo. Esta Comisión trabajó intensamente para dar voz a quienes estuvieron acallados durante mucho tiempo, especialmente hombres y mujeres del campo que fueron violentados en su integridad física y su dignidad de seres humanos. El Informe mostró al país los hechos de la violencia que azotó al país durante cerca de dos décadas por quienes hicieron de la violencia un medio para lograr oscuros fines.


Por eso, como Pastor de la Iglesia huanuqueña, quiero dirigirme a la comunidad, autoridades, instituciones, parroquias y fieles en general para una breve reflexión.


20 AÑOS DE VIOLENCIA Y TERRORISMO


La Comisión de la Verdad y Reconciliación tuvo la misión de recordarnos los hechos de terror que hemos vivido, con aproximadamente 69,280 víctimas fatales. No debemos olvidar este momento doloroso para no volver a repetirlos. Sin embargo, como en toda guerra, siempre pierden los más débiles, los más humildes, aquellos que no tienen recursos para defenderse. Al respecto recordemos que la Conclusión Nº 5 del Informe, dice: “Del análisis de los testimonios recibidos resulta que el 75 por ciento de las víctimas fatales del conflicto armado interno tenían el quechua u otras lenguas nativas como idioma materno”, lo que nos muestra quiénes fueron la mayoría de las víctimas.


Asimismo debemos afirmar con determinación que la violencia no arregló ninguno de los problemas. Al contrario, causó mayores divisiones y daños a la sociedad peruana. Las desigualdades e injusticias aún prevalecen en Huánuco y en el país.


LAS RECOMENDACIONES DE LA CVR


El Informe de la CVR culmina con un conjunto de recomendaciones para no repetir otra época de terror. Se trata de recomendaciones para que el Estado se ponga al servicio de la población, especialmente los más excluidos; para que la justicia sea eficiente; para que las instituciones armadas sean capacitadas en el respeto a la dignidad de todas las personas sin distinción y a la institucionalidad democrática del país; para que la educación esté al alcance de todos los peruanos, con un buen nivel de calidad y sea un instrumento de desarrollo.


Sin embargo, hay una recomendación que es más urgente: el Plan Integral de Reparaciones. Es doloroso ver a miles de viudas con las huellas de la violencia y la pobreza; huérfanos que no pueden estudiar ni alimentarse porque no tienen a los padres consigo; torturados, discapacitados, desplazados que viven en extrema pobreza.


Hacemos un llamado a las autoridades, líderes sociales y ciudadanos en general a reaccionar ante nuestros hermanos que sufren. El Plan Integral de Reparaciones debe implementarse lo más pronto posible, las víctimas deben ser atendidas en su salud física y mental, en educación y trabajo. No podemos cerrar los ojos ante quienes fueron víctimas inocentes en una guerra que nunca buscaron. Es una deuda ética y moral del Estado y la sociedad peruana que debe ser mostrada con justicia y solidaridad. ¡Las víctimas no pueden esperar más!


COMPROMISO CRISTIANO CON LA PAZ Y LA RECONCILIACIÓN


La Comisión de la Verdad y Reconciliación menciona en su Informe que la Iglesia Católica desempeñó un importante papel de acompañamiento y protección de los peruanos golpeados por la violencia.


“En la mayor parte de las diócesis, el énfasis en la solidaridad ayudaba a fortalecer los lazos de cooperación dentro de las comunidades afectadas por el terrorismo, en los Andes, en la selva y en los barrios populares de las ciudades. El acento puesto en la defensa de la vida fue una orientación clara. Fue en numerosas regiones del país una voz de denuncia de los crímenes y las violaciones de los derechos humanos y proclamó y defendió el valor de la vida y la dignidad de la persona. Los obispos, sacerdotes y religiosas, así como multitud de laicos y laicas, constituyeron una fuerza moral y una fuente de esperanza”. (Informe Final de la CVR)


En estos años la Iglesia ha presentado a Jesús que anuncia y revela, con sus gestos y palabras, la Buena Noticia de Dios como reconciliador: el país ha sido testigo de nuestro esfuerzo permanente en contra de la violencia, a favor de la reconciliación y de la convivencia pacífica entre todos los peruanos, por eso afirmamos que la reconciliación sólo es posible conociendo la verdad. La reconciliación no es sinónimo de impunidad ni de ignorar las injusticias cometidas. Debemos "promover una reconciliación en la verdad, sabiendo bien que no son posibles ni la reconciliación, ni la unidad contra o fuera de la verdad" (Reconciliación y Penitencia, N° 7)


El Papa Juan Pablo II dice: “La convicción a la que he llegado… es que no se restablece completamente el orden quebrantado, si no es conjugando la justicia con el perdón. Los pilares de la paz verdadera son la justicia y esa forma particular del amor que es el perdón”. (Jornada mundial de la Paz 2002, N° 2)


NUESTRO COMPROMISO CRISTIANO


Anhelamos que nunca más seamos engañados con la equivocada fórmula de resolver los problemas sociales por el camino de la violencia y el terror. ¡Nunca más!


Por eso, afirmamos que "el respeto de la persona humana implica el de los derechos que se deriven de su dignidad de criatura hija de Dios. Estos derechos son anteriores a la sociedad y se imponen a ella". (Catecismo de la Iglesia Católica. Nº 1930)


El principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales, incluido el Estado, es y debe ser siempre la persona humana. La primera y fundamental tarea de la autoridad y del Estado es la búsqueda y consecución del bien común, que hoy consiste principalmente en la defensa y promoción de los derechos de la persona humana. (Cfr. Juan XXIII. Pacem in terris., Nº 51; Juan Pablo II, Iglesia en América, Nos. 19 y 56)


Invitamos a los fieles, autoridades y a la Comunidad huanuqueña en general a leer el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación en un clima de serenidad y de respeto. Les convocamos a orar para un mayor compromiso con la verdad y la reconciliación. Huánuco tiene un gran dolor y una herida que curar por las numerosas víctimas y daños, lo que clama a Dios por la justicia, la reconciliación y las reparaciones.

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