Ex funcionario de la SBS afirma que esta señal exigirá a que las entidades financieras sean más cautelosas en el momento de evaluar las capacidades de pago de los clientes.
La morosidad total de los clientes de tarjetas de crédito para consumo, sumando los vencidos, judiciales y refinanciados, llega a más de 329.000 personas y representan el 14,3% del total, informó Jorge Olcese, Exintendente del Departamento de Centrales de Riesgo de la SBS.
Pero, "peor aún resulta" que estos clientes aumentaron en 14,2% el último año, mientras que los clientes en situación de vigentes solo lo hicieron en 11,6%, reveló al Diario Gestión.
“Sin duda que esta es una inquietante señal de alerta para los análisis de este tipo de crédito que exigirá ser más cautelosas a las entidades financieras en el momento de evaluar las capacidades de pago hacia adelante, de los posibles sujetos de crédito”, precisó.
Agregó que ello demandará una mayor supervisión en el uso de las tarjetas de crédito para consumo, pues existe una mala costumbre de una alta proporción de uso para disposición de efectivo que, evidentemente, es una grave distorsión en el uso de esta facilidad crediticia, incrementando sus costos para el cliente.
La morosidad total de los clientes de tarjetas de crédito para consumo, sumando los vencidos, judiciales y refinanciados, llega a más de 329.000 personas y representan el 14,3% del total, informó Jorge Olcese, Exintendente del Departamento de Centrales de Riesgo de la SBS.
Pero, "peor aún resulta" que estos clientes aumentaron en 14,2% el último año, mientras que los clientes en situación de vigentes solo lo hicieron en 11,6%, reveló al Diario Gestión.
“Sin duda que esta es una inquietante señal de alerta para los análisis de este tipo de crédito que exigirá ser más cautelosas a las entidades financieras en el momento de evaluar las capacidades de pago hacia adelante, de los posibles sujetos de crédito”, precisó.
Agregó que ello demandará una mayor supervisión en el uso de las tarjetas de crédito para consumo, pues existe una mala costumbre de una alta proporción de uso para disposición de efectivo que, evidentemente, es una grave distorsión en el uso de esta facilidad crediticia, incrementando sus costos para el cliente.
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