Imagínese que usted maneja un presupuesto familiar ajustado y se presentan varios sobrinos que han empezado sus negocios y le ofrecen ropa, calzado y muebles que no necesariamente tienen la mejor calidad y precio. Usted tiene que decidir si compra esos bienes a sus sobrinos para ayudarlos, o los adquiere en otro lugar donde obtiene el mejor precio y calidad. Dado que su decisión afectará a toda su familia, es probable que usted se incline a comprar donde puede gastar menos, pues esto le permitirá invertir sus recursos en otras necesidades.
Algo similar sucede con las compras que realiza el Estado que siempre tiene recursos escasos. Un buen sistema de compras estatales es aquel que ahorra dinero a los contribuyentes al adquirir bienes y servicios de buena calidad a los menores precios posibles. Sin embargo, muchas veces resulta difícil para los políticos reconocer que el sistema de compras del Estado no debe estar diseñado para que las mypes accedan a este, sino con el fin de que aquel ahorre recursos en comprar bienes y servicios, para luego orientarlos a cubrir otras necesidades de la población.
Eso no significa que no deba ser una aspiración que las mypes puedan acceder a venderle al Estado. Pero esto, tiene que lograrse a través de un proceso que lleve a estas empresas a dar la talla en precio y calidad, para que sea eficiente que el Estado adquiera sus productos.
¿Esto es más difícil que establecer una ley que obligue a comprarles? Efectivamente, es más complicado armar programas de desarrollo de proveedores para determinadas instituciones del Estado, tener pilotos de núcleos ejecutores para compras estacionales que permitan adquirir experiencia, promover que se formen consorcios entre las pequeñas unidades o dividir las compras en lotes para que las mypes puedan participar.
Sin embargo, esto es lo que hay que hacer para que el sistema sea más coherente con el uso de los recursos del Estado y también más sostenible y promotor del crecimiento de las mypes.
Algo similar sucede con las compras que realiza el Estado que siempre tiene recursos escasos. Un buen sistema de compras estatales es aquel que ahorra dinero a los contribuyentes al adquirir bienes y servicios de buena calidad a los menores precios posibles. Sin embargo, muchas veces resulta difícil para los políticos reconocer que el sistema de compras del Estado no debe estar diseñado para que las mypes accedan a este, sino con el fin de que aquel ahorre recursos en comprar bienes y servicios, para luego orientarlos a cubrir otras necesidades de la población.
Eso no significa que no deba ser una aspiración que las mypes puedan acceder a venderle al Estado. Pero esto, tiene que lograrse a través de un proceso que lleve a estas empresas a dar la talla en precio y calidad, para que sea eficiente que el Estado adquiera sus productos.
¿Esto es más difícil que establecer una ley que obligue a comprarles? Efectivamente, es más complicado armar programas de desarrollo de proveedores para determinadas instituciones del Estado, tener pilotos de núcleos ejecutores para compras estacionales que permitan adquirir experiencia, promover que se formen consorcios entre las pequeñas unidades o dividir las compras en lotes para que las mypes puedan participar.
Sin embargo, esto es lo que hay que hacer para que el sistema sea más coherente con el uso de los recursos del Estado y también más sostenible y promotor del crecimiento de las mypes.