Por: Mg. Teresa Chara de los Rios
En los últimos días hemos escuchado con desagradable sorpresa, el espionaje realizado por Chile al Perú, muchos se han ocupado del tema que es comidilla del día y el propio Presidente García ha dicho, entre otras cosas, que es un acto inamistoso de parte de nuestro país vecino del sur.
Estamos de acuerdo con lo señalado por los diferentes especialistas y autoridades sobre el rechazo al traidor a la patria, pero también debemos reflexionar sobre el otro lado de la moneda, el espionaje se ha realizado a través de un peruano, y nada menos que de un suboficial de la FAP y del servicio de Inteligencia.
Si hubiera sido un extranjero el que nos espió, sentiríamos rechazo e indignación, pero ser espiado por uno de los nuestros, nos da hasta nauseas.
Los militares son formados para amar a la patria y defenderla hasta con su vida, ya nuestra historia ha sido galardonada por hombres leales y nobles como un Bolognesi, un Grau o un Abelardo Quiñónes, por citar a tres de nuestros preclaros héroes.
La traición es dolorosa y repugnante a cualquier nivel, pues comprobamos amargamente, que la confianza que depositamos en una persona, no sólo no es respetada, sino que no se la merecía.
Hoy nos encontramos ante esta situación: un traidor “vende patria”. No sé si sus padres viven, pero si lo están, no creo que se sientan orgullosos del comportamiento de su hijo. ¿Cómo traicionar al país que nos vio nacer? ¿Cómo traicionar nuestras raíces, nuestros antepasados, nuestra historia? Esa historia que todas y todos vamos construyendo en el día a día. ¿Cómo traicionar esa tierra que lo vio nacer, en la que nacieron sus padres, esa tierra que le dio estudios, le dio trabajo y vistió un uniforme que lo comprometió a querer y defender a su patria? ¿Tendrá valor para mirar a sus hijos? ¿Qué mensaje les ha dado con su comportamiento? ¿Qué sentirán esos niños al ver a su padre y escuchar que todos le llamamos “traidor”?
Se hace necesario inculcar a nuestra juventud la identidad nacional, el amor por el Perú, de comprender que el hecho de haber nacido en este bello país que nos brinda oportunidades y que depende de nosotros si las tomamos o no, nos compromete con su desarrollo y con su protección. Recordemos que se defiende lo que se ama, por eso debemos cultivar el amor a lo nuestro, en el hogar, la escuela, la universidad, en nuestro centro de trabajo, es decir empezar a formar una conciencia nacional, es tarea de todos.
El delito de traición a la patria, según el artículo 331º del Código Penal, el espionaje está sancionado con una pena de cárcel no menor de 15 años ni mayor de 35 años. Esperaremos ver como termina esta repudiable historia.
Por otro lado, es necesario establecer filtros más rigurosos en la selección de nuestros oficiales, en particular de aquellos que serán designados para trabajar en el servicio de inteligencia; a los que se les seleccione por su honestidad, idoneidad y amor a la patria. No por tarjetazos o influencias políticas ¿Amor a la patria? ¡No!... ¡Amor al dinero y cómo venga! Aún traicionándola.
En los últimos días hemos escuchado con desagradable sorpresa, el espionaje realizado por Chile al Perú, muchos se han ocupado del tema que es comidilla del día y el propio Presidente García ha dicho, entre otras cosas, que es un acto inamistoso de parte de nuestro país vecino del sur.
Estamos de acuerdo con lo señalado por los diferentes especialistas y autoridades sobre el rechazo al traidor a la patria, pero también debemos reflexionar sobre el otro lado de la moneda, el espionaje se ha realizado a través de un peruano, y nada menos que de un suboficial de la FAP y del servicio de Inteligencia.
Si hubiera sido un extranjero el que nos espió, sentiríamos rechazo e indignación, pero ser espiado por uno de los nuestros, nos da hasta nauseas.
Los militares son formados para amar a la patria y defenderla hasta con su vida, ya nuestra historia ha sido galardonada por hombres leales y nobles como un Bolognesi, un Grau o un Abelardo Quiñónes, por citar a tres de nuestros preclaros héroes.
La traición es dolorosa y repugnante a cualquier nivel, pues comprobamos amargamente, que la confianza que depositamos en una persona, no sólo no es respetada, sino que no se la merecía.
Hoy nos encontramos ante esta situación: un traidor “vende patria”. No sé si sus padres viven, pero si lo están, no creo que se sientan orgullosos del comportamiento de su hijo. ¿Cómo traicionar al país que nos vio nacer? ¿Cómo traicionar nuestras raíces, nuestros antepasados, nuestra historia? Esa historia que todas y todos vamos construyendo en el día a día. ¿Cómo traicionar esa tierra que lo vio nacer, en la que nacieron sus padres, esa tierra que le dio estudios, le dio trabajo y vistió un uniforme que lo comprometió a querer y defender a su patria? ¿Tendrá valor para mirar a sus hijos? ¿Qué mensaje les ha dado con su comportamiento? ¿Qué sentirán esos niños al ver a su padre y escuchar que todos le llamamos “traidor”?
Se hace necesario inculcar a nuestra juventud la identidad nacional, el amor por el Perú, de comprender que el hecho de haber nacido en este bello país que nos brinda oportunidades y que depende de nosotros si las tomamos o no, nos compromete con su desarrollo y con su protección. Recordemos que se defiende lo que se ama, por eso debemos cultivar el amor a lo nuestro, en el hogar, la escuela, la universidad, en nuestro centro de trabajo, es decir empezar a formar una conciencia nacional, es tarea de todos.
El delito de traición a la patria, según el artículo 331º del Código Penal, el espionaje está sancionado con una pena de cárcel no menor de 15 años ni mayor de 35 años. Esperaremos ver como termina esta repudiable historia.
Por otro lado, es necesario establecer filtros más rigurosos en la selección de nuestros oficiales, en particular de aquellos que serán designados para trabajar en el servicio de inteligencia; a los que se les seleccione por su honestidad, idoneidad y amor a la patria. No por tarjetazos o influencias políticas ¿Amor a la patria? ¡No!... ¡Amor al dinero y cómo venga! Aún traicionándola.