Cuando las críticas provienen de una prensa, o de políticos, analistas o ex funcionarios acostumbrados a atacar virulentamente y de mala fe el programa económico del gobierno, uno tiende a suponer que éstas carecen de objetividad, y, por lo tanto, de validez.
Pero cuando las objeciones comienzan a venir también de medios probadamente serios, universidades de prestigio, analistas destacados y entidades de las que no se podría cuestionar su identificación con el programa vigente (como la Cámara de Comercio de Lima), uno llega a la conclusión de que, efectivamente, hay un problema, que debe ser abordado de inmediato.
Estamos hablando, obviamente, de los serios cuestionamientos que, desde diversos frentes, se viene haciendo a los últimos datos emitidos por el Instituto Nacional de Estadística (INEI), acerca de la variación mensual del producto bruto interno (PBI).
Según los críticos, existe un grave problema de medición, que estaría sobrestimando dichos datos, "inflándolos" en aproximadamente dos puntos. El inconveniente se habría originado en el momento que el INEI decidió efectuar un cambio de metodología, reemplazando el anterior procedimiento, que empleaba una fórmula matemática, por el actual, en el que la medición se hace mediante encuestas a un conjunto de importantes empresas. Este cambio metodológico afecta al importantísimo sector Otros Servicios (que representa el 39.25% del PBI), al Comercio y a la Construcción.
Dadas las cosas, no es posible determinar a ciencia cierta quién está en lo correcto: el INEI o sus críticos. Por ahora, todo no pasa del terreno de las dudas y de las sospechas. Pero se trata de serias dudas y fuertes sospechas.
El organismo oficial señala que decidió el cambio porque la anterior metodología era obsoleta, y porque se requería un sistema directo, más confiable y preciso, como el actual. No sabemos si efectivamente era así o no. De lo que sí estamos seguros es que, con el creciente nivel de suspicacias que se viene fomentando, se está haciendo un enorme daño al sistema estadístico nacional, base de la credibilidad del modelo económico. El lamentable caso del INDEC de Argentina, que, al maquillar las cifras de inflación, provocó un grave daño a la confianza de ese país, no se debe repetir en el Perú. Es mil veces preferible exhibir un dato negativo (pero indubitable) del PBI, que uno supuestamente positivo, pero en el cual nadie cree.
El INEI está en la obligación de demostrar de inmediato, no tímidamente, como lo ha venido haciendo, sino de manera clara y precisa, con los documentos y el material informático que sean necesarios, la supuesta bondad de su metodología, y poner ésta al alcance de los críticos y demás especialistas, para que puedan verificar, con total libertad, si efectivamente cumple con los estándares técnicos indispensables.
Pero cuando las objeciones comienzan a venir también de medios probadamente serios, universidades de prestigio, analistas destacados y entidades de las que no se podría cuestionar su identificación con el programa vigente (como la Cámara de Comercio de Lima), uno llega a la conclusión de que, efectivamente, hay un problema, que debe ser abordado de inmediato.
Estamos hablando, obviamente, de los serios cuestionamientos que, desde diversos frentes, se viene haciendo a los últimos datos emitidos por el Instituto Nacional de Estadística (INEI), acerca de la variación mensual del producto bruto interno (PBI).
Según los críticos, existe un grave problema de medición, que estaría sobrestimando dichos datos, "inflándolos" en aproximadamente dos puntos. El inconveniente se habría originado en el momento que el INEI decidió efectuar un cambio de metodología, reemplazando el anterior procedimiento, que empleaba una fórmula matemática, por el actual, en el que la medición se hace mediante encuestas a un conjunto de importantes empresas. Este cambio metodológico afecta al importantísimo sector Otros Servicios (que representa el 39.25% del PBI), al Comercio y a la Construcción.
¿Cifras infladas o no? El INEI debe aclarar las cosas.
Dadas las cosas, no es posible determinar a ciencia cierta quién está en lo correcto: el INEI o sus críticos. Por ahora, todo no pasa del terreno de las dudas y de las sospechas. Pero se trata de serias dudas y fuertes sospechas.
El organismo oficial señala que decidió el cambio porque la anterior metodología era obsoleta, y porque se requería un sistema directo, más confiable y preciso, como el actual. No sabemos si efectivamente era así o no. De lo que sí estamos seguros es que, con el creciente nivel de suspicacias que se viene fomentando, se está haciendo un enorme daño al sistema estadístico nacional, base de la credibilidad del modelo económico. El lamentable caso del INDEC de Argentina, que, al maquillar las cifras de inflación, provocó un grave daño a la confianza de ese país, no se debe repetir en el Perú. Es mil veces preferible exhibir un dato negativo (pero indubitable) del PBI, que uno supuestamente positivo, pero en el cual nadie cree.
El INEI está en la obligación de demostrar de inmediato, no tímidamente, como lo ha venido haciendo, sino de manera clara y precisa, con los documentos y el material informático que sean necesarios, la supuesta bondad de su metodología, y poner ésta al alcance de los críticos y demás especialistas, para que puedan verificar, con total libertad, si efectivamente cumple con los estándares técnicos indispensables.