La crisis económica internacional está golpeando duramente el sector externo de la mayoría de países, reduciendo drásticamente la demanda de sus productos. Los más afectados son, sin duda, aquéllos cuyas exportaciones están concentradas en uno o en un muy reducido número de productos, pues, al disminuir los precios de éstos, como efectivamente viene ocurriendo (en muchos casos dramáticamente), sus ingresos se ven muy severamente mermados.
Es que, al igual que en los negocios y en las finanzas, en materia de comercio exterior también se debe propender a la diversificación. Así como es riesgoso depender de un solo abastecedor, de un solo comprador, o de un escaso número de activos financieros, también es riesgoso depender de un número limitado de productos.
Con el objeto de ver cómo marcha la región en el aspecto señalado, repasemos las cifras más recientes disponibles a la fecha. Provienen del Anuario Estadístico 2008 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Los datos corresponden al año 2007. No son lo actuales que desearíamos, pero constituyen una buena referencia, habida cuenta de que la estructura exportadora no se mueve demasiado de un año a otro.
Como se puede comprobar, Venezuela constituye un caso muy especial. La elevadísima dependencia del petróleo por parte de este país, en el cual casi el 70% de sus exportaciones se compone de crudo, la hace una nación sumamente vulnerable en circunstancias como la actual. Esa dependencia se ratifica con los datos del segundo cuadro, en el que se aprecia que, entre crudos y derivados, el petróleo equivale a poco menos del 90% de las ventas totales del país.
Otro país con una elevada concentración exportadora, aunque ciertamente, mucho menor que la venezolana, es Ecuador, cuyos ingresos provenientes del crudo y derivados representan casi el 60% del total.
En Bolivia, el gas natural da cuenta de una parte importante de las ventas externas, y en Chile ocurre lo propio con su emblemático cobre, llamado "el sueldo" del país. En este último, si al mineral y a los concentrados se les suma el metal refinado, se obtiene un porcentaje que supera el 50% del total exportado. Ésa es una de las razones por las que la crisis internacional ha afectado seriamente a nuestro sureño vecino.
En cuanto al Perú, la concentración es bastante menor. Nuestro principal exportación, el cobre en mineral o concentrados, representa en el total un porcentaje inferior al de muchos países de la región: 17.2%. A esa ventaja de no depender en demasía de una exportación, el Perú agrega la de que su segundo producto, el oro, tiene un nivel de ventas prácticamente similar, como lo demuestra el hecho de que en el año 2006 fue el líder en las ventas externas. Además, los precios de ambos se mueven de manera contraria, dado que, mientras que el cobre está sujeto a la demanda productiva internacional, el oro se mueve más bien como un activo financiero, que sube en épocas de crisis. Es decir, nuestro binomio exportador ya incorpora, en sí mismo, una importante diversificación.
En lo que atañe otros países, es notable la especialización de la pequeña Costa Rica en ciertas líneas de productos electrónicos e industriales. Y ciertamente lo es lo de México, que, pese a ser una potencia petrolera, no depende de las ventas de este producto, al haberse orientado a la gran exportación industrial. Como dato referencial, se debe señalar que, tan sólo sumando lo que corresponde a televisores y autos, este país vende al mundo US$ 40 mil millones, bastante más de lo que el Perú obtiene por la venta de todos sus productos.
Otro caso destacable es el de Brasil, cuya principal venta al mundo sólo representa el 6.6% del total, y cuyos 10 principales productos apenas equivalen al 35.7%. Una muy saludable diversificación, que lo protege bastante bien de las volatilidades externas.
Es que, al igual que en los negocios y en las finanzas, en materia de comercio exterior también se debe propender a la diversificación. Así como es riesgoso depender de un solo abastecedor, de un solo comprador, o de un escaso número de activos financieros, también es riesgoso depender de un número limitado de productos.
Con el objeto de ver cómo marcha la región en el aspecto señalado, repasemos las cifras más recientes disponibles a la fecha. Provienen del Anuario Estadístico 2008 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Los datos corresponden al año 2007. No son lo actuales que desearíamos, pero constituyen una buena referencia, habida cuenta de que la estructura exportadora no se mueve demasiado de un año a otro.
Como se puede comprobar, Venezuela constituye un caso muy especial. La elevadísima dependencia del petróleo por parte de este país, en el cual casi el 70% de sus exportaciones se compone de crudo, la hace una nación sumamente vulnerable en circunstancias como la actual. Esa dependencia se ratifica con los datos del segundo cuadro, en el que se aprecia que, entre crudos y derivados, el petróleo equivale a poco menos del 90% de las ventas totales del país.
Otro país con una elevada concentración exportadora, aunque ciertamente, mucho menor que la venezolana, es Ecuador, cuyos ingresos provenientes del crudo y derivados representan casi el 60% del total.
En Bolivia, el gas natural da cuenta de una parte importante de las ventas externas, y en Chile ocurre lo propio con su emblemático cobre, llamado "el sueldo" del país. En este último, si al mineral y a los concentrados se les suma el metal refinado, se obtiene un porcentaje que supera el 50% del total exportado. Ésa es una de las razones por las que la crisis internacional ha afectado seriamente a nuestro sureño vecino.
En cuanto al Perú, la concentración es bastante menor. Nuestro principal exportación, el cobre en mineral o concentrados, representa en el total un porcentaje inferior al de muchos países de la región: 17.2%. A esa ventaja de no depender en demasía de una exportación, el Perú agrega la de que su segundo producto, el oro, tiene un nivel de ventas prácticamente similar, como lo demuestra el hecho de que en el año 2006 fue el líder en las ventas externas. Además, los precios de ambos se mueven de manera contraria, dado que, mientras que el cobre está sujeto a la demanda productiva internacional, el oro se mueve más bien como un activo financiero, que sube en épocas de crisis. Es decir, nuestro binomio exportador ya incorpora, en sí mismo, una importante diversificación.
En lo que atañe otros países, es notable la especialización de la pequeña Costa Rica en ciertas líneas de productos electrónicos e industriales. Y ciertamente lo es lo de México, que, pese a ser una potencia petrolera, no depende de las ventas de este producto, al haberse orientado a la gran exportación industrial. Como dato referencial, se debe señalar que, tan sólo sumando lo que corresponde a televisores y autos, este país vende al mundo US$ 40 mil millones, bastante más de lo que el Perú obtiene por la venta de todos sus productos.
Otro caso destacable es el de Brasil, cuya principal venta al mundo sólo representa el 6.6% del total, y cuyos 10 principales productos apenas equivalen al 35.7%. Una muy saludable diversificación, que lo protege bastante bien de las volatilidades externas.