El modelo económico peruano, del que tanto nos ufanamos quienes hemos nacido en este país, se ha consolidado, en estos ya casi 20 años de aplicación, en base al respeto de ciertas reglas de oro. Una de ellas es que las deudas se pagan.
La población, pese al sacrificio que esas reglas pueden implicar, las ha aceptado e incorporado a su forma de vida. Sin duda, ello constituye un gran avance y una importante muestra de madurez.
Siendo así, resulta incomprensible que sea el propio gobierno el que promueva su inobservancia, como acaba de hacer, al condonar, en una muy demagógica medida, las deudas de quienes mantenían obligaciones con el Banco de Materiales. Las críticas de diarios importantes, entre ellos El Comercio y Perú 21, están plenamente justificadas.
Las condonaciones demagógicas no deben formar parte de ningún plan de estímulo económico, ni tener cabida en el exitoso modelo económico que aspiramos a mantener. Constituyen una pésima señal y deben ser desterradas.
La población, pese al sacrificio que esas reglas pueden implicar, las ha aceptado e incorporado a su forma de vida. Sin duda, ello constituye un gran avance y una importante muestra de madurez.
Siendo así, resulta incomprensible que sea el propio gobierno el que promueva su inobservancia, como acaba de hacer, al condonar, en una muy demagógica medida, las deudas de quienes mantenían obligaciones con el Banco de Materiales. Las críticas de diarios importantes, entre ellos El Comercio y Perú 21, están plenamente justificadas.
Las condonaciones demagógicas no deben formar parte de ningún plan de estímulo económico, ni tener cabida en el exitoso modelo económico que aspiramos a mantener. Constituyen una pésima señal y deben ser desterradas.