La inflación, que tantos dolores de cabeza causó a la población en los dos últimos años, y que afectó severamente la popularidad del gobierno, por fin tuvo en enero una notable desaceleración. Su índice subió apenas en 0.11%, como haciendo notar que, si ésa continúa siendo la tasa promedio mensual, la meta del 3% al cierre del año lucirá factible.
La buena noticia ocurre luego de largos meses con tasas por encima del 0.4% (inclusive hubo un mes con una elevadísima inflación de 1.04%). Ello había llevado a una tasa anual de 6.65% en el 2008, que había generado honda preocupación, habida cuenta de su grave efecto en el ingreso real de la población. De haber continuado en ese nivel, hubiera podido desbaratar gran parte de los logros en la lucha contra la pobreza.
El problema se inició en el año 2007, a raíz del considerable encarecimiento del petróleo y los alimentos en los mercados internacionales. Luego se acrecentó por un cierto recalentamiento de nuestra economía, con una demanda interna que estaba expandiéndose más allá de lo aconsejable.
Con el advenimiento de la crisis financiera internacional, y con su secuela recesiva, el problema inflacionario se atenuó grandemente, como consecuencia de lo cual en los últimos meses hemos visto una fuerte desaceleración en los precios. Y ahora, en enero, el dato se volvió definitivamente bueno, a tal punto que ya no sólo se piensa en la meta de 3%, sino inclusive en una menor.
La buena noticia ocurre luego de largos meses con tasas por encima del 0.4% (inclusive hubo un mes con una elevadísima inflación de 1.04%). Ello había llevado a una tasa anual de 6.65% en el 2008, que había generado honda preocupación, habida cuenta de su grave efecto en el ingreso real de la población. De haber continuado en ese nivel, hubiera podido desbaratar gran parte de los logros en la lucha contra la pobreza.
El problema se inició en el año 2007, a raíz del considerable encarecimiento del petróleo y los alimentos en los mercados internacionales. Luego se acrecentó por un cierto recalentamiento de nuestra economía, con una demanda interna que estaba expandiéndose más allá de lo aconsejable.
Con el advenimiento de la crisis financiera internacional, y con su secuela recesiva, el problema inflacionario se atenuó grandemente, como consecuencia de lo cual en los últimos meses hemos visto una fuerte desaceleración en los precios. Y ahora, en enero, el dato se volvió definitivamente bueno, a tal punto que ya no sólo se piensa en la meta de 3%, sino inclusive en una menor.