El 2008 fue, como ya todos sabemos, y por causa de la crisis financiera internacional, un año realmente para el olvido en las principales bolsas latinoamericanas. Todas cayeron, inclusive la pequeña bolsa de Caracas, pese a ser la menos globalizada de la región.
La de Lima, que había sido la estrella hasta hace dos años, fue la que más vio disminuir sus cotizaciones en el año recién finalizado. Su Índice General, reflejo del comportamiento de las 40 principales acciones, se desplomó nada menos que en 59.78%. Sin duda, incidió sobremanera en ese comportamiento la fuerte caída de las acciones mineras, afectadas por la drástica reducción de los precios internacionales de los metales.
El mercado de Buenos Aires también fue impactado muy negativamente, como producto de varios factores, entre ellos el debilitamiento del precio de la soja y el incremento del riesgo país, y como respuesta a medidas consideradas profundamente inadecuadas, como la estatización de los fondos privados de pensiones.
La bolsa de Sao Paulo, la más grande de América Latina, también experimentó una severa contracción, que le hizo perder gran parte de las ganancias obtenidas en los años anteriores.
Las de Colombia y México lograron capear de mejor manera el temporal, y experimentaron pérdidas algo menores.
Entre las grandes bolsas, la de Santiago fue la de mejor desempeño, con un retroceso que, si bien es importante, resultará mucho más fácil de revertir que los de sus pares de la región.
Una muestra de lo negro que fue el año para los mercados bursátiles en general la dan los siguientes resultados, correspondientes a las principales bolsas del mundo: Londres -31.33%, Frankfurt -40.37%, París -42.68%, Madrid -39.43%, Tokio -42.12%, Hong Kong -48.27%, Shanghai -65.47%, Nueva York (Dow Jones) -33.84%, Nueva York (NYSE Composite) -40.89%, NASDAQ Composite -40.54%.
Con esos terribles datos a la vista, los comentarios resultan casi innecesarios.
La de Lima, que había sido la estrella hasta hace dos años, fue la que más vio disminuir sus cotizaciones en el año recién finalizado. Su Índice General, reflejo del comportamiento de las 40 principales acciones, se desplomó nada menos que en 59.78%. Sin duda, incidió sobremanera en ese comportamiento la fuerte caída de las acciones mineras, afectadas por la drástica reducción de los precios internacionales de los metales.
El mercado de Buenos Aires también fue impactado muy negativamente, como producto de varios factores, entre ellos el debilitamiento del precio de la soja y el incremento del riesgo país, y como respuesta a medidas consideradas profundamente inadecuadas, como la estatización de los fondos privados de pensiones.
La bolsa de Sao Paulo, la más grande de América Latina, también experimentó una severa contracción, que le hizo perder gran parte de las ganancias obtenidas en los años anteriores.
Las de Colombia y México lograron capear de mejor manera el temporal, y experimentaron pérdidas algo menores.
Entre las grandes bolsas, la de Santiago fue la de mejor desempeño, con un retroceso que, si bien es importante, resultará mucho más fácil de revertir que los de sus pares de la región.
Una muestra de lo negro que fue el año para los mercados bursátiles en general la dan los siguientes resultados, correspondientes a las principales bolsas del mundo: Londres -31.33%, Frankfurt -40.37%, París -42.68%, Madrid -39.43%, Tokio -42.12%, Hong Kong -48.27%, Shanghai -65.47%, Nueva York (Dow Jones) -33.84%, Nueva York (NYSE Composite) -40.89%, NASDAQ Composite -40.54%.
Con esos terribles datos a la vista, los comentarios resultan casi innecesarios.