Varias buenas noticias se han dejado escuchar en los últimos días en la minería cajamarquina. Por un lado, acaba de iniciar operaciones la mina Cerro Corona, y por otro, fue aprobado, mediante acuerdo de la población de la zona donde se asienta, el proyecto de Tantahuatay.
Cerro Corona es un yacimiento aurífero (y también cuprífero) situado en la provincia de Hualgayoc. Su propietaria, la sudafricana Golden Fields-La Cima, ha invertido hasta el momento más de US$ 550 millones, con parte de los cuales hace tres días inauguró su planta concentradora, dando formal inicio a su actividad productiva. Dicha planta procesará hasta 17 mil toneladas de material al día.
Además, la empresa prevé invertir otros US$ 250 millones durante la vida útil de la mina, estimada en quince años. Ésta, que será de tajo abierto, producirá un promedio anual de 375 mil onzas de oro y 28 mil toneladas de cobre.
Pero hay otras buenas noticias mineras en Cajamarca. Hace escasos días, los comuneros de la localidad donde se prevé desarrollar el proyecto de Tantahuatay, también en Hualgayoc, dieron una muestra de racionalidad y entendimiento al aprobar su explotación. Esto ocurrió luego de haber tomado nota de las conclusiones del estudio de impacto ambiental, y haber comprendido que la mina no afectará su actividad agrícola ni su bienestar, pues no provocará daños en el medio ambiente ni en el agua. Más bien generará enormes beneficios, no sólo a través del canon, sino también de la creación de nuevos empleos, y de la mejora de la infraestructura educativa, de salud y vial.
La positiva disposición de dichos comuneros, muy similar a la de aquéllos que hace algunos meses también dieron el visto bueno al proyecto aurífero de La Zanja (en la provincia de Santa Cruz) y el cuprífero de Michiquillay (en la provincia de Cajamarca), es realmente encomiable y alentadora, y por cierto muy diferente a la de quienes tercamente se oponen al desarrollo de otros proyectos, como el cuprífero de Tambogrande.
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Cerro Corona es un yacimiento aurífero (y también cuprífero) situado en la provincia de Hualgayoc. Su propietaria, la sudafricana Golden Fields-La Cima, ha invertido hasta el momento más de US$ 550 millones, con parte de los cuales hace tres días inauguró su planta concentradora, dando formal inicio a su actividad productiva. Dicha planta procesará hasta 17 mil toneladas de material al día.
Además, la empresa prevé invertir otros US$ 250 millones durante la vida útil de la mina, estimada en quince años. Ésta, que será de tajo abierto, producirá un promedio anual de 375 mil onzas de oro y 28 mil toneladas de cobre.
Pero hay otras buenas noticias mineras en Cajamarca. Hace escasos días, los comuneros de la localidad donde se prevé desarrollar el proyecto de Tantahuatay, también en Hualgayoc, dieron una muestra de racionalidad y entendimiento al aprobar su explotación. Esto ocurrió luego de haber tomado nota de las conclusiones del estudio de impacto ambiental, y haber comprendido que la mina no afectará su actividad agrícola ni su bienestar, pues no provocará daños en el medio ambiente ni en el agua. Más bien generará enormes beneficios, no sólo a través del canon, sino también de la creación de nuevos empleos, y de la mejora de la infraestructura educativa, de salud y vial.
La positiva disposición de dichos comuneros, muy similar a la de aquéllos que hace algunos meses también dieron el visto bueno al proyecto aurífero de La Zanja (en la provincia de Santa Cruz) y el cuprífero de Michiquillay (en la provincia de Cajamarca), es realmente encomiable y alentadora, y por cierto muy diferente a la de quienes tercamente se oponen al desarrollo de otros proyectos, como el cuprífero de Tambogrande.
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