Y con Chale, de taquito, pasamos a una incorrección más gruesa si cabe: el anuncio propone a dos joyitas, el propio Roberto y Miguel Barraza, como modelos de simpatía e invitación al consumo inmoderado, pues cualquier espectador asocia a Chale con episodios de exceso narcótico y alcohólico y a Barraza como un borrachín tan popular que hasta él mismo se publicita como tal. En la figura de estos caballeros y de su compadre Casaretto, Brahma no pide ser saboreada o consumida con prudencia sino bebida hasta la náusea. Una sacada de vuelta a las restricciones de ley para la publicidad del alcohol. Ritmo y actuaciones son impecables, Alcántara y Barraza chispean y la idea del lúpulo antropomorfo está bien narrada en la situación del concurso con jurado (de paso, provoca informarse sobre esta planta que da a la cerveza su justo amargor); pero qué lástima que todo se vicie con tanta mugre. En la sede neoyorquina de Saatchi & Saatchi, la transnacional a la que está asociada Quórum, no pasarían jamás este trago amargo."
El pasado martes 5 en el diario El Comercio, donde hace una crítica al último comercial de Brahma, se manifiesta que el mensaje es "una capitulación de la creatividad publicitaria ante el criollismo de fines del siglo pasado y la patanería costumbrista de machos choborras". También manifiesta que "el comercial de Brahma va más allá en su incorrección. Es homofóbico sin atenuantes cuando Roberto Chale confunde un disfraz de lúpulo con uno de brócoli, y pronuncia ese sinónimo despectivo de gay con doble desprecio.
Tags:
empleos