Lima en 48 horas

Si Buenos Aires ya fue caminado y consumido y Brasil está muy lejos, Lima surge como alternativa para escapadas express. Sobre todo ahora, cuando una creciente bonanza -y optimismo- se percibe en las calles y en los ánimos. La gastronomía motiva: hoy la comida es a Perú lo que el fútbol es a Argentina.
Por Enrique Mujica

Viernes 12.30

Imaginemos que entre salir del aeropuerto -lo remodelan para la cumbre de la APEC, en noviembre próximo- y la llegada al hotel, pasó buena parte de la mañana y entonces ya es hora de almorzar. Momento clave, razón primera del viaje: engullir. Aunque muchos lo recomiendan como el corolario perfecto, el humilde consejo es que sea el bautizo de este fin de semana en Lima. Es La Mar, la perfecta cebichería de Gastón Acurio, el Maradona gastronómico de Perú. Es entrar de sopetón a lo mejor del país: pisco sour, leche de tigre -un shot de jugo de cebiche con pisco peruano o vodka-, tiraditos, causas, cebiches, arroces sudados, mezcla de cocina novoandina, japonesa, china, todo en un lugar exquisitamente simple, aireado, muy alegre y desinhibido, con una carta gigante -literalmente- que permite repetirse mil veces. Ojo: las cebicherías permanecen abiertas hasta las 17.00. A esa hora, como me dice un limeño, "el pescado es más sospechoso que Montesinos". Llegue con anticipación porque siempre está repleto (teléfono 5114213365). Avenida La Mar 770.

17.00

La siesta en el hotel es una alternativa legítima y recomendable después del banquete. La otra es partir desde La Mar hasta la Huaca Pucllana, un enclave arqueológico situado en el corazón del barrio Miraflores. No imagine un conjunto de piezas derruidas, pequeñas y a mal traer. En medio de la ciudad se erige este centro ceremonial portentoso, que data del siglo I d.C. Existe un restaurante al lado de las ruinas, algo "pituco", como le dicen en Perú a lo cuico. Para comer es más recomendable de noche, cuando las murallas y piedras son iluminadas por potentes focos. Hay pocas capitales latinoamericanas con ruinas así en medio de la urbe. Avenida General Borgoño s/n Miraflores.

18.30

Primer acercamiento al consumo. Indigo, una tienda de artesanía y diseño que combina perfecto lo típico con lo fino. Carteras, joyas, muebles, vajilla, imágenes kitsch de Sarita Colonia. No es barato, pero vale la pena: rehúyen el commodity artesanal, la figurita hippona barata y replicada. Esto es bonito, full diseño, telas de lujo. ¿Precios? una cartera en paño con bordados arequipeños cuesta US$ 180. Lindas y modernas fuentes cerca de US$ 70. La chalina está en US$ 100. Los ponchos hasta US$ 500. Avenida El Bosque 260, San Isidro.

22.00

Segunda estación gastronómica. En rigor, hay cien lugares buenos para comer. Y podemos quedar cortos. Esta elección es arbitraria: Rosa Náutica. ¿Razones?: 1) Escenografía -está dentro del mar, es una especie de palafito gigante-, 2) Tradición (un clásico: cumple 25 años), 3) El entorno sirve de paseo porque el muelle tiene locales comerciales, y 4) El restaurante revivió: estuvo venido a menos durante un buen rato -oscuro, olor a encierro-, pero ahora se caracteriza por la atención, una decoración singular y un joven chef y talentoso, Eduardo Castañón. Él recomienda un plato para partir: "Causa colonial de palta y tomate con escabeche de camarones. Es típico peruano, a base de un puré frío de papas amarillas, sazonado con una crema de ají amarillo, limón y sal, en forma de rollo rellena de palta y tomate, cubierta con un escabeche tibio de camarones de río. Cabe destacar que la combinación de la causa -que es fría- y el contraste del escabeche caliente, lo hacen único". Comprobado. Hay más de 40 etiquetas de vinos chilenos (desde US$ 18 hasta US$ 253). El costo promedio por persona es US$ 50 dólares. Espigón 4 Circuito de Playas. Reservar en www.larosanautica.com.

Sábado 9.30

La belleza de Lima no es, para los chilenos, un tema libre de opiniones encontradas. Enfrentadas, diríamos. Sobre todo si se habla del centro de la ciudad. Si se considera la variable novedad -todo lo que aquí no hay y allá sí- bien vale la pena recorrer la Lima urbana. Y sorprenderse hasta arrepentirse de los prejuicios. Proliferan las casas coloniales que viven una excelente vejez. Algo así como el "Palacio Cousiño", pero varios, no uno o dos. Ejemplos: la Casa Riva-Agüero; Torre Tagle, sede de la Cancillería, palacio que se construyó en 1775, estupendamente cuidado, con su respectiva calesa, un oratorio enchapado en pan de oro, techos de caoba tallada y la oficina y dependencias del ministro en salones amplios con muchos cuadros de la escuela cuzqueña; la Casa Goyeneche que es de 1771; y la Casa Aliaga, que data de 1575 y tiene la gracia de estar situada al costado del Palacio Pizarro, la sede de gobierno, en pleno centro. Su dueño, Gonzalo Aliaga -muy amigo de los Ibáñez Santa María-, vive ahí junto a su familia (es la XV generación que habita el lugar). Son 80 piezas, conservadas tal como en el pasado, con grandes pasillos y un patio interior espectacular y silencioso. Aliaga destaca el intacto oratorio donde rezaba la mismísima Santa Rosa de Lima.

12.00

Hay un sinfín de iglesias. Una recomendable para creyentes y no creyentes: la de San Pedro, edificada en el siglo XVI por los jesuitas. Debe ser una de las más espectaculares del continente. Posee 12 retablos, azulejos sevillanos y un cielo que replica a la Capilla Sixtina. Azángaro 451.

13.30

Barrio chino. Pintoresco, bullicioso, lleno de chucherías y chifas, los restaurantes y boliches que amalgaman la cocina peruana y la china. Colinda con el mercado central, toda una experiencia que exige buen -o mal, depende- olfato. Patos y pollos cuelgan desde las vitrinas, al lado de zapatillas y ropa barata. Dicen que el restaurante Wa Lok es el mejor chifa peruano. Su administradora, Liliana Com, va más allá: "Muchos aseguran que aquí la comida es mejor que en la misma China". Es destino de los turistas (cuentan que en la última Feria del Libro limeña Lemebel se quejó de que siempre lo llevaban allí). En el centro de la mesa, un círculo giratorio rota una infinidad de platos, agridulces, picantes, cerdo, pato, pescado. Todos los acompañan con arroz e Inca Kola, la bebida oficial del país, que según los peruanos es el maridaje perfecto para la comida chifa. Discutible. Precio promedio: US$10. Abierto todos los días de 9.00 a 23.00. Paruro 878.

15.30

Casa O'Higgins: aquí vivió y murió el prócer. Fue remodelada y la presidenta Bachelet la inauguró en mayo del 2008. Son 1.400 metros cuadrados, donde conservan el dormitorio del capitán general, antiguas banderas chilenas -una con tres estrellas-, pinturas alusivas a las campañas del Libertador y tierra del campo de batalla de Maipú y Chacabuco.

17.30

Hora de plazas: la de Armas, muy bien mantenida, repleta de gente circulando, muchos turistas. La rodean la Catedral y el Palacio de gobierno, además de majestuosos edificios con balcones y portales. La otra es la General San Martín, imponente, con estilo europeo, circundada por edificios que merecen ser recorridos: el cine Metro, el Teatro Colón, el Hotel Bolívar (tomar un pisco sour es parte del ritual) y sus portales. Fíjese en la estatua del centro: la historia que se cuenta es que al escultor le pidieron una llama sobre la cabeza de la mujer que acompaña la figura de San Martín. Llama de fuego. Él entendió llama de auquénido. Así se quedó. Un animal como sombrero de la estatua. Amerita foto.

19.30

El barrio de Barranco es más recomendable para el domingo en la mañana, pero Juanito -su bar emblemático- tiene que visitarse de noche. Es el Liguria limeño. Los sándwiches de cerdo -butifarras- son monumentales. La concurrencia es a prueba de formales: pintores, escritores como Bryce Echenique, periodistas trasnochados, chefs que llegan después de su trabajo, borrachos simpáticos, muchos extranjeros jóvenes disfrazados de turistas en ruta al Camino del Inca y peruanos veinteañeros que son como un déjà vu de los Illapu de los 80. Hay pocas mesas, muy pegadas. Su dueño hasta hace poco no dejaba entrar hombres solos: no quería escandaletes de curados. "El Juanito es mi bar preferido porque no sólo es un bar, sino también es una familia", dice el historiador Henry Mitrani, cerveza en mano, uno de los mejores guías turísticos de Lima (henrymit5@hotmail.com). Discusión que es preferible evitar: el origen del pisco. No por peligro de violencia: se podría extender por horas.

21.30

En Barranco, coma en el restaurante Chala. Local con el diseño justo y suficiente para no parecer sospechoso, buena terraza -vimos ahí a Ollanta Humala-, un chef joven que se llama Israel Laura y que suena fuerte dentro del competitivo mundo de los cocineros limeños. Platos con raíz peruana, pero aggiornados. Una novedad, que escapa del circuito tradicional de restaurantes y bares.

00.00

Los limeños bailan bien. Son de tiro largo. Se arreglan más que los chilenos para salir. Suena en Lima salsa, rock, cumbia, merengue. Discotheques hay varias. Una de las más en onda se llama Sede (28 de Julio 441, Miraflores). Antes era Santa Sede, pero le acortaron el nombre porque la iglesia se quejó. El periodista Julio Villanueva Chang la describe: "Bar gay-hetero con música mestiza como Abba, Luis Miguel, The Clash y New Order, Calle 13, El General y el Grupo 5, el más famoso de la nueva cumbia peruana". Hay famosillos dando vueltas. Mucha gente. Súmele Ekas, que es ochentera, público "universitario cool", según Villanueva, en Miraflores. Y El Dragón, un tugurio apretado, sudado y concurrido en Barranco, también de moda, sobre todo por la concurrencia extranjera. Digamos para evitar espantos a posteriori que el público en general es bastante más entusiasta, chillón, bailarín y desinhibido que el chileno. O sea si es muy chileno, omita y opte por las discos Aura y Gótica.

Domingo 10.00

Camine por Barranco. Tranquilamente por la calle San Martín, la Plaza Municipal, luego la calle Miguel Grau. Perderse por los pasajes, de lindas y antiguas casas. El mar está abajo de un acantilado gigante. El malecón Vargas Llosa -larga costanera con cuidados jardines y espectacular vista al Pacífico- es flanqueado por edificios modernos, de terrazas envidiables. Ahí está la residencia de Mario Vargas Llosa y su familia, procesión obligada de algunos turistas que miran esperando que el escritor asome su cabellera cana. No la asoma comúnmente. Por ahí también se ve deambular a Bryce Echenique.

13.00

Antes de abandonar Lima vuelva al lugar de partida: repita La Mar. No es un exceso. Si prefiere otra mano, Pescados Capitales, en la misma calle, un restaurante del mismo estilo y excelente comida, amplio y con terraza. Luego, al hotel y de vuelta a Santiago con saudade de paladar.

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