¿Cómo van las cotizaciones de nuestros principales metales de exportación? ¿La crisis internacional ya las está afectando, o aún no?
Para tener una idea al respecto, veamos, en los cuadros elaborados por el Banco Central de Reserva (BCR), lo que ha venido ocurriendo con tres productos emblemáticos, el cobre, el oro y el zinc, desde el inicio de la crisis, a mediados del año 2007, hasta la fecha.
El cobre, nuestro principal producto de exportación, comenzó el 2007 con una fuerte subida de precio, que llevó éste a más de cUS$ 370 la libra. Luego de desatarse la crisis financiera, se mantuvo, cayó a fin de año y se recuperó fuertemente en el primer trimestre del 2008, manteniéndose luego en un promedio cercano a los cUS$ 400.
Sin embargo, desde junio ha comenzado a caer fuertemente, hallándose actualmente en cUS$ 339 la libra. ¿Señal de una caída más prolongada? Difícil saberlo.
Lo cierto es que, a la fecha, el metal rojo mantiene un precio aproximadamente igual al de la época de inicio de la crisis. No ha habido, pues, un efecto neto negativo. Hasta ahora.
De nuestros principales metales de exportación, el zinc ha sido el que más ha sentido los efectos de la disminución de la demanda internacional, como lo refleja su precio, que declinó muy marcadamente, pasando de aproximadamente cUS$ 160 la libra a mediados del 2007 a menos de cUS$ 80 en la actualidad.
Y la caída prosigue, de la mano de los fuertes inventarios existentes en las bolsas de metales, la reducción de la demanda por parte de China y la lentitud de las economías norteamericana y europea.
Es de esperar que la situación se revierta, pues de no ser así nuestras empresas zinqueras podrían comenzar a afrontar dificultades.
Esta evolución de nuestros metales se contrapone a lo ocurrido con uno de los principales insumos del mundo: el petróleo, cuyo precio ha venido creciendo fuerte y sostenidamente, tanto antes como después de la crisis. El haber pasado desde menos de US$ 60 el barril a inicios del 2007, a más de US$ 140 en determinado momento, nos viene afectando doblemente, tanto por la inflación interna que genera, como por los problemas que acarrea a nuestros principales socios comerciales.
Sin embargo, en las últimas semanas ha tenido un importante retroceso, el primero en todo el período. Y esta baja coincide con la de los metales. ¿Señal de que la crisis se acentúa, y se traduce en una fuerte recesión? Ojalá que no.
Para tener una idea al respecto, veamos, en los cuadros elaborados por el Banco Central de Reserva (BCR), lo que ha venido ocurriendo con tres productos emblemáticos, el cobre, el oro y el zinc, desde el inicio de la crisis, a mediados del año 2007, hasta la fecha.
El cobre, nuestro principal producto de exportación, comenzó el 2007 con una fuerte subida de precio, que llevó éste a más de cUS$ 370 la libra. Luego de desatarse la crisis financiera, se mantuvo, cayó a fin de año y se recuperó fuertemente en el primer trimestre del 2008, manteniéndose luego en un promedio cercano a los cUS$ 400.
Sin embargo, desde junio ha comenzado a caer fuertemente, hallándose actualmente en cUS$ 339 la libra. ¿Señal de una caída más prolongada? Difícil saberlo.
Lo cierto es que, a la fecha, el metal rojo mantiene un precio aproximadamente igual al de la época de inicio de la crisis. No ha habido, pues, un efecto neto negativo. Hasta ahora.
El oro permaneció estacionado durante muchos meses del 2007 en una cotización de aproximadamente US$ 650 por onza troy. Con el inicio de la crisis hipotecaria norteamericana, a mediados de dicho año, comenzó a subir aceleradamente, como respuesta a la debilidad del dólar (recuérdese que el oro y el dólar, como activos de cobertura, se mueven opuestamente). Así, llegó a sobrepasar los US$ 1,000 en el primer trimestre del 2008. Luego se mantuvo en un promedio de US$ 900, y hoy está en US$ 800, después de la pronunciada baja de las últimas semanas, como reflejo del fortalecimiento del dólar y la baja del petróleo. ¿Se prolongará la caída? Ello dependerá, en mucho, de la futura evolución de variables como las mencionadas.
De nuestros principales metales de exportación, el zinc ha sido el que más ha sentido los efectos de la disminución de la demanda internacional, como lo refleja su precio, que declinó muy marcadamente, pasando de aproximadamente cUS$ 160 la libra a mediados del 2007 a menos de cUS$ 80 en la actualidad.
Y la caída prosigue, de la mano de los fuertes inventarios existentes en las bolsas de metales, la reducción de la demanda por parte de China y la lentitud de las economías norteamericana y europea.
Es de esperar que la situación se revierta, pues de no ser así nuestras empresas zinqueras podrían comenzar a afrontar dificultades.
Esta evolución de nuestros metales se contrapone a lo ocurrido con uno de los principales insumos del mundo: el petróleo, cuyo precio ha venido creciendo fuerte y sostenidamente, tanto antes como después de la crisis. El haber pasado desde menos de US$ 60 el barril a inicios del 2007, a más de US$ 140 en determinado momento, nos viene afectando doblemente, tanto por la inflación interna que genera, como por los problemas que acarrea a nuestros principales socios comerciales.
Sin embargo, en las últimas semanas ha tenido un importante retroceso, el primero en todo el período. Y esta baja coincide con la de los metales. ¿Señal de que la crisis se acentúa, y se traduce en una fuerte recesión? Ojalá que no.