El Mundo de las Maletas.

"Este chico nunca se va a morir de hambre", le auguraron de niño en su natal Tingo María. Y no se equivocaron. Daniel Delgadillo, a los 12 años, ya tenía experiencia comercial vendiendo con su madre refrescos y chupetes, un trabajo para el que era totalmente hiperactivo. Hoy, sin despegarse de su teléfono celular ni de los detalles de unas ruedas de repuesto para una maleta, cuenta su devenir como empresario.

A los 16 años llegó con toda su familia a Lima, huyendo del terrorismo de fines de los años 80. Trabajó como asistente en una imprenta y armador de zapatillas en una fábrica. "Cada vez que entraba a un negocio, yo quería aprender cómo se manejaba todo para poner algo igual. Sentí que nunca debía conformarme, pero todo cambió un día", agrega. O una noche, para ser precisos. El padre de Daniel lo reunió con sus hermanos Pablo y David. Les mostró dos costalillos de alpargatas de lona y les ordenó abandonar la fábrica. "Tenemos que vender esto en Polvos Azules", comunicó. Así los tres hermanos aprendieron de la labia del padre, de sus técnicas de venta y convencimiento. Pronto, los tres se separaron y deambularon buscando clientela. Daniel llegó hasta Surco, específicamente al Óvalo Higuereta y comenzó a notar grandes diferencias.

LA HORA FORMAL
La gente de Surco pagaba mucho más que en el Centro de Lima por las cosas que él vendía. "En 1992 empecé con pulseras y relojes, que iba dejando a cuenta en las galerías formales. Por mi cuenta también los vendía en la calle", señala. Hasta que un día un comprador, en vez de pedirle un reloj, se interesó en el maletín que los portaba. El cliente ofreció S/.20 y Daniel pidió S/.30. Quedaron en S/.25 y a Delgadillo la rebaja le supo a gloria: a él no le había costado ni la mitad.

A los tres meses, la hora la daban sus maletines y se olvidó de los relojes. "Mis proveedores me preguntaban: '¿Y tú dónde vendes tanto?' Yo les decía que en el Callao (risas). Después como iba adquiriendo grandes volumenes, los importadores de Tacna me buscaban ". En 1993, Delgadillo abrió el primer local de El Mundo de las Maletas forzado por la erradicación de los ambulantes en Surco. Alquiló una oficina cercana a Polvos Rosados y fusionó el almacén con la tienda. "A mí siempre me interesó ofrecer mucha variedad en diseños y colores, pero sobre todo calidad", sostiene. Esa perspectiva lo hizo trabajar con marcas reconocidas (como Samsonite, por ejemplo) para poder ofrecer garantías. Con el tiempo, los propios clientes le pidieron el servicio de reparaciones para el resto de marcas y ahora ocupa todo el edificio de cuatro pisos.

Al sexto año abrió nuevos locales en San Miguel y, posteriormente, en San Isidro. Para hacerlo no solo invirtió ganancias en los respectivos alquileres y productos, sino también en publicidad. El hombre de las "maletas, maletitas y maletotas" aparecía en la TV por las mañanas, en la tanda más económica donde era raro ver a una pequeña empresa. "Mucha gente me decía que estaba loco por gastar en eso. Pero ha sido de las mejores inversiones que he hecho". La marca le permite darse el lujo de cobrar cada vez mejor.

Las mochilas, maletines, canguros, carteras y portalaptop ya no solo son de lona sino de fibra de vidrio y cuero. Ha ampliado la oferta al crear una marca propia (Dan Sam) y atender pedidos corporativos, para aprovechar las máquinas de las reparaciones de cierres, broches y chapas. No obstante, el 80% de su oferta sigue siendo importada.

Delgadillo calcula que, al mes, vende alrededor de 1.000 productos, entre los que también se encuentran estuches para filmadoras, cámaras digitales, candados y un largo etcétera. Para este 2008, planea traer dos marcas extranjeras más y abrir un nuevo local en La Molina. Como para seguir aventurándose.

MIS CLAVES
-Escuchar al cliente. Si bien las maletas tienen garantía, tratamos de dar precios cómodos en las reparaciones y repuestos. Los clientes se han vuelto muy exigentes, pero este servicio es el que finalmente nos diferencia.
-Publicidad. Fue una inversión fuerte que, con el tiempo, ha ido reduciéndose. Gracias a ella hemos creado una marca reconocida en el medio que nos permite ampliar el margen de ganancia.
-Ofrecer novedades constantes. Hemos traído marcas como Benetton, Delsey y Case Logic que, poco a poco, captarán clientela de otro tipo. Para el 2008 importaremos dos marcas nuevas.

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