Panorámica satelital de Cerro de Pasco, rodeada de minas de plomo y zinc.
Cerro de Pasco debe ser una de las pocas ciudades del mundo encerradas entre tajos mineros y permanentemente expuestas a los ruidos, las explosiones y la contaminación, más propios de un campo de pruebas que de un núcleo urbano.
Es que en realidad la capital del departamento de Pasco nació como un simple campamento al borde de una gran mina de plomo y zinc, y con el tiempo devino en una ciudad. Aunque en realidad de esto último tiene muy poco, dada su caótica estructura urbana, su claro deterioro y sus casi nulas perspectivas de desarrollo, pues, por saberse que es una zona que, tarde o temprano, terminará devorada por la mina, prácticamente no hay inversiones en infraestructura (programas de vivienda, redes de agua y desagüe, etc.).
Felizmente, esta deprimente situación va a cambiar muy pronto, pues el Congreso aprobó ayer, por unanimidad, la ley que declara de necesidad pública e interés nacional la reubicación de la ciudad.
El Plan de Desarrollo Urbano preparado hace algún tiempo ya preveía hacer este cambio, pero recién a partir del año 2015. Con la nueva ley se adelantará los planes, aprovechando el buen momento de que goza la minera Volcan, que facilitará una parte de los recursos para la mudanza.
La nueva sede de la capital departamental, que se denominaría Ciudad del Sol, estaría ubicada entre los poblados de Shelby y Tambo del Sol, a una altitud algo mayor que la actual. Como se aprecia en el mapa, esto sería en las inmediaciones del poblado de Chaquipuquio, al pie de la carretera y del ferrocarril central. Aparentemente, una zona propicia, con buenas vías de comunicación y cerca de las redes eléctrica y de telecomunicaciones.
La mudanza costaría unos US$ 84 millones, a ser aportados por la compañía Volcan, el gobierno regional (con los recursos del canon) y el gobierno central. En ese monto se incluye la construcción de las 11 mil viviendas requeridas, a razón de US$ 5,400 por unidad. Cuando se haya terminado de construir la nueva ciudad, en unos veinte años, la inversión habrá alcanzado, según cálculos preliminares, los US$ 1,000 millones. En ese momento, la nueva capital departamental tendrá capacidad para albergar 500 mil pobladores.
Con la reubicación, el beneficio será general: la población dejará de estar expuesta a la grave contaminación actual, así como a las demás molestias propias de una zona minera, y tendrá la oportunidad de desarrollar una nueva vida en una urbe moderna y con futuro, en la que ya no dependerá exclusivamente de la minería, como ocurría hoy, sino que también podrá desarrollar actividades agropecuarias, comerciales y de otro tipo.
La minera Volcan, por su parte, finalmente podrá poner en explotación la totalidad del yacimiento, incrementar su escala de operaciones y elevar sus utilidades. Gracias a estas últimas, el Estado incrementará su recaudación por impuesto a la renta, estando así en capacidad de derivar mayores recursos del canon en favor de Pasco.
Como se puede ver, todos ganarán. Pero lo más importante es que la capital del departamento de Pasco dejará de ser un simple campamento, para convertirse en toda una ciudad.