"Si no puedes vencerlos, úneteles", reza el dicho. Eso parece ser lo que hará Suez Energy Perú, a la luz de lo que acaba de expresar el presidente ejecutivo de su casa matriz, de visita en Lima.
Comprendiendo que será casi imposible hacer frente a la propuesta de Kuntur Transportadora de Gas, de construir un ducto que, partiendo desde Camisea, llegaría a Ilo atravesando Cusco, Puno y Arequipa, el funcionario de Suez Energy International ha deslizado la posibilidad de asociarse a este proyecto, lo que quizás implique dejar de lado su propio proyecto del gasoducto Pisco-Ilo. (ver nota anterior).
La decisión se tomaría en consideración al amplísimo respaldo político de que goza la propuesta de Kuntur, que es apoyada decididamente por las tres regiones involucradas (una de las cuales, Cusco, es nada menos que el lugar de origen del gas), y por el propio gobierno. Este masivo respaldo dificulta la posibilidad de llevar a cabo el proyecto del ducto costero, pues se considera que competiría con el andino y le restaría rentabilidad.
Sin embargo, Suez Energy tiene varias opciones a la mano. Una es la ya vista, de unirse al proyecto rival. Pero no descarta solicitar una concesión para construir su propio gasoducto por la ruta serrana, con lo cual, en lugar de asociarse con su rival, entraría en franca competencia con él, pues de esa manera el proyecto ya no podría ser asignado directamente a Kuntur, sino tendría que ser licitado entre todos los postores interesados.
Dada su envergadura y su escala de operaciones, la empresa ha manifestado que está en capacidad de cubrir sin problemas los requerimientos financieros, sea que se trate de un proyecto compartido, uno propio o inclusive dos proyectos, uno serrano y otro costeño.
Lo cierto es que con esto prácticamente queda definido que el gasoducto serrano será una realidad, quedando únicamente por ver quiénes serán los que lo construyen. Si Suez Energy llegara a participar en el proyecto, las cosas se facilitarían, dado el gran aporte que significaría, tanto desde el punto de vista financiero como técnico. Y esto podría repercutir positivamente, tanto en menores costos de construcción como en menores tarifas de transporte y distribución.
Comprendiendo que será casi imposible hacer frente a la propuesta de Kuntur Transportadora de Gas, de construir un ducto que, partiendo desde Camisea, llegaría a Ilo atravesando Cusco, Puno y Arequipa, el funcionario de Suez Energy International ha deslizado la posibilidad de asociarse a este proyecto, lo que quizás implique dejar de lado su propio proyecto del gasoducto Pisco-Ilo. (ver nota anterior).
La decisión se tomaría en consideración al amplísimo respaldo político de que goza la propuesta de Kuntur, que es apoyada decididamente por las tres regiones involucradas (una de las cuales, Cusco, es nada menos que el lugar de origen del gas), y por el propio gobierno. Este masivo respaldo dificulta la posibilidad de llevar a cabo el proyecto del ducto costero, pues se considera que competiría con el andino y le restaría rentabilidad.
Sin embargo, Suez Energy tiene varias opciones a la mano. Una es la ya vista, de unirse al proyecto rival. Pero no descarta solicitar una concesión para construir su propio gasoducto por la ruta serrana, con lo cual, en lugar de asociarse con su rival, entraría en franca competencia con él, pues de esa manera el proyecto ya no podría ser asignado directamente a Kuntur, sino tendría que ser licitado entre todos los postores interesados.
Dada su envergadura y su escala de operaciones, la empresa ha manifestado que está en capacidad de cubrir sin problemas los requerimientos financieros, sea que se trate de un proyecto compartido, uno propio o inclusive dos proyectos, uno serrano y otro costeño.
Lo cierto es que con esto prácticamente queda definido que el gasoducto serrano será una realidad, quedando únicamente por ver quiénes serán los que lo construyen. Si Suez Energy llegara a participar en el proyecto, las cosas se facilitarían, dado el gran aporte que significaría, tanto desde el punto de vista financiero como técnico. Y esto podría repercutir positivamente, tanto en menores costos de construcción como en menores tarifas de transporte y distribución.