Primero la gente

Algunas personas piensan que la filosofía es una actividad ociosa y sin uso práctico. Grave error, pues una buena definición filosófica básica ayuda a que todo marche con mayor coordinación y eficacia. Así como la filosofía del márketing --el cliente es el rey-- sirve como guía general a las empresas, creemos que para temas urgentes del país ayudaría tener axiomas que guíen los esfuerzos de todos. Así, para ayudar a resolver el caso del caos del tránsito actual, plagado de accidentes, choques y muertes, proponemos aceptar un axioma filosófico básico: el objetivo central de las reglas de tránsito es la seguridad de los peatones.
Esta frase, simple y hasta insulsa, si se aceptara, tendría consecuencias directas en la actuación de las personas y las autoridades. Ella implicaría, por ejemplo:
a) Que los peatones tienen prioridad sobre los vehículos, mientras hoy la ventaja la tienen los más fuertes, es decir, los choferes. Con esta filosofía quedaría claro, por ejemplo, que a partir del momento que una persona comienza a cruzar la calle los vehículos deben cederle el paso.
b) Que el chofer que se aventura en la calle con su vehículo está conscientemente poniendo en peligro potencial a todos los peatones. Un vehículo sería el equivalente a un arma cargada, cuya responsabilidad de control está a cargo del chofer. Hoy es un deber de los peatones cuidarse de los vehículos.
c) Que los policías de tránsito tienen como función principal cuidar la integridad de los peatones. Igualmente, los semáforos deben programarse para facilitar el cruce de las personas, y de manera subsidiaria, para facilitar el tránsito vehicular. Hoy, los policías de tránsito se ven como reemplazo del semáforo más que como guardianes de la gente.
d) Que el pasajero de un vehículo público tiene derechos sobre su uso adecuado. Si el chofer pone en riesgo su integridad por negligencia, tiene derecho a parar el vehículo y/o a denunciar al chofer por atentado contra la vida. Hoy los derechos los tienen los choferes, mientras que los pasajeros adquieren calidad de carga.
Si el lector comenzara a imaginar situaciones diversas, verá que la regla filosófica central facilitará sus decisiones. Sabrá, por ejemplo, que cerca de una escuela debe ir despacio ya que, si atropellara a algún escolar distraído o imprudente, cargará con toda la culpa. Y solamente cruzará con luz verde si está seguro de no quedarse en el medio, pues bloquear los cruces peatonales sería tan grave como pasarse una luz roja. Y sabrá también que los peatones podrían acusarlo de atentar contra sus derechos.
Quizás el lector considere que esta filosofía es ingenua creación de un columnista fantasioso. Sin embargo, ella es hoy la base de las reglas de tránsito de muchos países. Países que saben que las civilizaciones necesitan filosofías que las guíen, y que entendieron que la filosofía básica de una civilización civilizada --la redundancia es adrede-- es, sin ninguna duda, primero la gente.

* CENTRUM CATÓLICA / ARELLANO MÁRKETING, INVESTIGACIÓN Y CONSULTORÍA
Por Rolando Arellano. Doctor en Márketing*

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