Canela, más que un condimento digestivo


Antioxidante y antibacteriana son algunas de las propiedades saludables atribuidas a esta especia aromatizante
Autor: MAITE ZUDAIRE
Tomado de EROSKI

La canela es una de las especias conocidas en la cocina desde hace miles de años. Este aromatizante universal, que pertenece a la misma familia que el laurel, proviene de Oriente, donde se sigue cultivando para su exportación a nivel mundial. Sri Lanka (antiguo Ceilán) es, con diferencia, el país que produce la canela de aroma más intenso. La especia se extrae pelando las cortezas del árbol de la canela. Es la corteza más fina, la más interna, la de mayor calidad culinaria. La India, Indonesia y China son otros de los países asiáticos productores de canela, junto con Brasil y las Islas Seychelles, Zanzíbar y Madagascar en el océano Índico.

Más que un condimento digestivo

Son bien conocidas las propiedades digestivas de la canela. De hecho, la decocción (cocer en agua) de la corteza es eficaz para estimular las digestiones lentas y, en caso de indigestión, aliviar las molestias derivadas y las flatulencias.
En países como Pakistán o la India, donde la canela en sus diversas presentaciones (rama, polvo o extracto) forma parte habitual de numerosos platos, se están investigando las propiedades de la canela más allá de sus reconocidos efectos eupépticos. En este sentido, la revista 'Diabetes Care' publicó en 2003 un estudio llevado a cabo por el Departamento de Nutrición Humana de la Universidad Agrícola NWFP de Peshawar (Pakistán). La investigación muestra que la ingesta diaria de 1, 3 o 6 gramos de canela (se administró en cápsulas) reduce la glucosa en suero de las personas con diabetes tipo 2. Asimismo, se observa una modesta reducción de triglicéridos, colesterol LDL y colesterol total.
A los 40 días del tratamiento dietético, la reducción de los niveles de glucosa en sangre en los tres grupos que tomaron canela osciló entre el 18 y el 29%. Los resultados son similares para las tres dosis de canela. Tras la ingesta de canela se observó una mayor actividad en los receptores de insulina, lo que se asocia con un aumento de la sensibilidad a la insulina. Este aumento permite, a su vez, la entrada de glucosa a las células y, en consecuencia, la mejora de la glucemia (niveles de glucosa en sangre). En el grupo placebo no se evidenció ningún cambio. El efecto sobre la reducción de los niveles de azúcar en sangre de la canela ha sido contrastado en diversos estudios. Se precisan, sin embargo, más investigaciones en este campo. También se requieren más estudios que corroboren la supuesta capacidad hipocolesterolemiante, ya que diversos centros de investigación contradicen los resultados.


Alimento antioxidante

A las investigaciones descritas anteriormente sobre la composición y efectos de la canela, se suma la que realizó en 2006 un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Los resultados constataron que la canela, junto a otras seis especias (anís, jengibre, menta, nuez moscada, regaliz y vainilla), era uno de los alimentos con mayor actividad antioxidante, dada su elevada concentración en compuestos fenólicos. La industria alimentaria podría emplear estas especias como conservantes naturales, sustituyendo a los conservantes sintéticos más utilizados.
La canela también contiene en su composición proantocianidinas, un tipo de flavonoide antioxidante abundante en los arándanos con conocidas propiedades para cuidar la salud del tracto urinario y frenar las infecciones de orina. Del aceite de canela se estudian sus efectos antibacterianos. Se ha comprobado, en particular, su elevada capacidad (a dosis concretas) de inhibir el crecimiento de hongos, principalmente del género 'Aspergillus'.
Tras estos datos, la conclusión es clara. La pequeña cantidad de canela empleada en la cocina no proporciona niveles terapéuticos. Así, los mayores beneficios fisiológicos de la canela, al igual que ocurre con otras muchas especias y condimentos, se obtienen tras tomar un suplemento o un extracto. La explicación es sencilla, y es que estos productos contienen una cantidad notablemente mayor del principio activo de la que estaría disponible en el alimento.

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