El centralismo ha sido, qué duda cabe, uno de los mayores lastres que ha afrontado el Perú a lo largo de su historia. Como producto de él, nuestras ciudades del interior quedaron clamorosamente rezagadas, en cuanto a desarrollo, frente a Lima, que absorbió la mayor parte de los recursos y gozó de todas las atenciones, y fue prácticamente la única que se expandió y que adquirió (pese a sus innegables carencias) la fisonomía propia de una gran urbe.
No ocurrió lo mismo con las otras ciudades. Así, si se compara a Arequipa o Trujillo, las dos principales del interior, con Lima, se comprueba que existen diferencias abismales en cuanto a infraestructura básica (edificios modernos, centros comerciales, vías expresas, intercambios viales, etc.). Lo mismo sucede si se les compara con sus pares de América Latina, como Río de Janeiro, Rosario, Medellín, Monterrey o Guayaquil. Inclusive Santa Cruz, en Bolivia, muestra una infraestructura más desarrollada.
Afortunadamente, la situación está comenzando a cambiar. Muestra de ello es el interesante crecimiento vertical que se viene observando en ambas.
En Arequipa, por ejemplo, se está masificando la construcción de edificios multifamiliares de entre 8 y 10 pisos, que están modernizando el panorama citadino, y contribuyendo a mejorar las condiciones de vida de su población. Lo mismo ocurre con los edificios de oficinas, que día a día se incrementan, de la mano de una arquitectura de muy buen nivel.
Por ahora, no hay mucha altura, así que las seis bellas Torres de la Villa Médica, de catorce pisos (foto inferior), no serán destronadas como las más altas de la ciudad, pero es previsible que en corto tiempo sí lo sean, por alguno de los numerosos proyectos en cartera.
En Trujillo, la tercera ciudad, pero que pretende desplazar del segundo lugar a la Ciudad Blanca, las cosas están aún más movidas. Al amparo de su boom agroexportador, esta urbe viene registrando un significativo dinamismo constructor, como consecuencia del cual cada vez son más sus construcciones de regular altura y moderno diseño.
Hace poco tiempo, por ejemplo, el Servat, de 12 pisos, tuvo que ceder su lugar como el más alto edificio trujillano al Residencial Húsares, que con sus flamantes 16 pisos es ahora el más alto de todas las provincias.
Pero ya se ha anunciado nuevos proyectos, entre ellos una torre de 20 pisos, que pondría fin al efímero reinado del Húsares. Asimismo, están anunciadas otras tres torres de 15 ó 16 pisos, y varios edificios de 12 ó 13 pisos, que seguramente poco a poco irán creando un pequeño skyline.
Es gratificante comprobar que, después de un prolongado período de estancamiento, ambas importantes ciudades, una en el sur y la otra en el norte, nuevamente se hallan en una etapa de crecimiento y modernización.
Bien por ambas.
Visite la página principal de Desarrollo Peruano
No ocurrió lo mismo con las otras ciudades. Así, si se compara a Arequipa o Trujillo, las dos principales del interior, con Lima, se comprueba que existen diferencias abismales en cuanto a infraestructura básica (edificios modernos, centros comerciales, vías expresas, intercambios viales, etc.). Lo mismo sucede si se les compara con sus pares de América Latina, como Río de Janeiro, Rosario, Medellín, Monterrey o Guayaquil. Inclusive Santa Cruz, en Bolivia, muestra una infraestructura más desarrollada.
Afortunadamente, la situación está comenzando a cambiar. Muestra de ello es el interesante crecimiento vertical que se viene observando en ambas.
En Arequipa, por ejemplo, se está masificando la construcción de edificios multifamiliares de entre 8 y 10 pisos, que están modernizando el panorama citadino, y contribuyendo a mejorar las condiciones de vida de su población. Lo mismo ocurre con los edificios de oficinas, que día a día se incrementan, de la mano de una arquitectura de muy buen nivel.
Por ahora, no hay mucha altura, así que las seis bellas Torres de la Villa Médica, de catorce pisos (foto inferior), no serán destronadas como las más altas de la ciudad, pero es previsible que en corto tiempo sí lo sean, por alguno de los numerosos proyectos en cartera.
En Trujillo, la tercera ciudad, pero que pretende desplazar del segundo lugar a la Ciudad Blanca, las cosas están aún más movidas. Al amparo de su boom agroexportador, esta urbe viene registrando un significativo dinamismo constructor, como consecuencia del cual cada vez son más sus construcciones de regular altura y moderno diseño.
Hace poco tiempo, por ejemplo, el Servat, de 12 pisos, tuvo que ceder su lugar como el más alto edificio trujillano al Residencial Húsares, que con sus flamantes 16 pisos es ahora el más alto de todas las provincias.
Pero ya se ha anunciado nuevos proyectos, entre ellos una torre de 20 pisos, que pondría fin al efímero reinado del Húsares. Asimismo, están anunciadas otras tres torres de 15 ó 16 pisos, y varios edificios de 12 ó 13 pisos, que seguramente poco a poco irán creando un pequeño skyline.
Es gratificante comprobar que, después de un prolongado período de estancamiento, ambas importantes ciudades, una en el sur y la otra en el norte, nuevamente se hallan en una etapa de crecimiento y modernización.
Bien por ambas.
Visite la página principal de Desarrollo Peruano