El programa gubernamental para dotar de minicomputadoras portátiles (laptops) a los escolares de las zonas más deprimidas del país sigue en marcha. Desde junio está en ejecución un programa piloto en una escuela del poblado de Arahuay, ubicado a 2,500 metros de altitud, en la sierra del departamento de Lima.
Aparentemente, los resultados de éste han sido muy auspiciosos, pues los niños, que seguramente siempre carecieron de libros y otra fuente de información o material educativo, se han adaptado perfectamente a la nueva tecnología, tal como parecen demostrarlo sus inteligentes y vivaraces rostros, tan entusiasmados por estos aparatos como lo estaría cualquier niño de Lima o de las otras grandes ciudades.
La utilidad de este material educativo ha sido confirmada por sus maestros, según los cuales las pequeñas laptops no sólo facilitan el acceso de los niños a una información de calidad, sino que han contribuido a que se incremente su entusiasmo por asistir a la escuela.
A la luz de estos resultados, hace un par de semanas se aprobó el financiamiento para la compra de las primeras 40 mil minicomputadoras. Con ello, el Perú se convierte en el segundo país sudamericano, después de Uruguay, en sumarse a la iniciativa mundial denominada One Laptop per Child (OLPC) (Una Computadora para cada Niño), puesta en práctica por el Instituto Tecnológico de Massachussetts y respaldada por los gigantes de la informática, entre ellos Intel y Google.
Como era previsible, el programa no ha estado exento de críticas. Una de ellas menciona que se trata de un gesto demagógico, que en lugar de atender las verdaderas prioridades de la educación, opta por una salida efectista. Otra señala que, con el software incorporado en la laptop, la educación va a perder identidad nacional. Otra puntualiza que es inaplicable en un país donde abundan los niños pobres y desnutridos, cuyas familias, en un caso de necesidad, no vacilarían en vender la computadora por algún dinero. Otra crítica manifiesta que una laptop en poder de cada niño constituiría una poderosa invitación al robo. Y hay más.
Sin embargo, estas opiniones parecen estar cargadas de un excesivo pesimismo, y no tener la consistencia suficiente como para desvirtuarlo. No puede considerarse demagógico brindar a los niños más pobres un material educativo tan importante como una computadora, tal como la tienen los niños de mejor posición económica. Es una forma de redistribución, aquélla que tanto se reclama.
En cuanto a la supuesta pérdida de identidad, es algo muy relativo, pues debe recordarse que, independientemente de los programas informáticos que se emplee, el profesor siempre estará allí, para dar a los niños las orientaciones del caso. En lo que atañe a la reventa o los robos, indudablemente éstos ocurrirán, pero serán casos aislados, que de ninguna manera restarán validez al programa.
El especialista en tecnología Tomás Unger, tiene una opinión sumamente positiva. Para él, la maquinita puede representar "una revolución en los sistemas de educación". Un artículo suyo en el diario El Comercio brinda argumentos en su favor, así como interesantes detalles técnicos sobre ella: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2007-10-09/imecvidayfuturo0796026.html
El especialista en tecnología Tomás Unger, tiene una opinión sumamente positiva. Para él, la maquinita puede representar "una revolución en los sistemas de educación". Un artículo suyo en el diario El Comercio brinda argumentos en su favor, así como interesantes detalles técnicos sobre ella: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2007-10-09/imecvidayfuturo0796026.html