: Ideas de negocios::.. Fiestas infantiles

"Esas no son las zapatillas de Sportacus", protestó el niño. Lucy Valcárcel, quien junto con su esposo Carlos Gálvez, maneja la empresa de shows infantiles Maripositas, supo de inmediato que tenía un pequeño cliente insatisfecho. Ello, pese al cuidado que se había puesto al confeccionar el disfraz del héroe de Lazy Town, serie animada que está de moda desde hace un par de años. "Ellos son los más exigentes, si se sienten defraudados lo dicen sin dar vueltas", afirma Lucy.

Las nuevas zapatillas para Sportacus pasaron a la lista de las inversiones que constantemente deben hacer quienes están en el negocio de las fiestas infantiles. Pero, así como es un rubro que demanda alta calidad en el servicio --y los que no lo dan, desaparecen en poco tiempo--, también es un rubro muy rentable. Lucy y Carlos comenzaron hace siete años con un capital de US$800. Durante el primer año tenían suerte si cerraban un contrato al mes. Hoy atienden entre 3 y 4 shows a la semana, a un precio promedio de US$250 a US$500.

Por cierto, quien organiza una fiesta infantil no solo debe preocuparse por tener un buen espectáculo para los niños, sino también una torta, un buffet, toldos, tarimas, mesas, sillas y otros adicionales como las sorpresas y el maquillaje artístico de las caritas. Algunas familias hacen este gasto incluso hasta que el niño cumple 10 o 12 años. En otras casas, no pueden darse el gusto cada año, pero lo hacen apenas su economía lo permite.

Pero esta fuerte demanda no garantiza el éxito de un negocio. ¿Por qué? Porque los padres ven la fiesta de cumpleaños como un complemento en la formación de sus hijos. "Antes los padres no eran tan exigentes con la calidad en los colegios, tampoco llevaban al niño al psicólogo", dice Ana María Felman para explicar por qué la fiesta de cumpleaños dejó de ser un sencillo y frugal lonche con amiguitos, para ser una celebración que, año tras año, puede sumar una inversión equivalente o mayor a la del matrimonio.

Ana María y su esposo, Luigi Paino, vieron el potencial de las fiestas infantiles en 1993, cuando su primer hijo tenía un año de nacido. "Iba a las fiestas y ya veía que las mamás buscaban juegos para poner en el jardín, pero no había suficiente oferta". Entonces, con sus propias manos, Luigi Paino fabricó una piscina llena de pelotas y la demanda fue inmediata. Pero, lo mejor estaba por venir: una empresaria a la que no le había ido muy bien alquilando juegos inflables, les propuso venderles la empresa con todos sus activos. El tiempo y la buena administración convirtieron a la marca Rebote en el más valioso de esos activos.

"Nuestros clientes gastan entre US$200 y US$250 por juego, y nos contratan siempre. Eso es algo que no podemos arriesgar", dice Ana María. Rebote cuenta con unos 25 juegos, de los cuales cuatro fueron comprados el año pasado. Los más grandes (15 metros de alto) pueden costar entre US$20.000 y US$25.000, más del doble de lo que cuestan los inflables manufacturados sin las exigencias de seguridad de Inglaterra o EE.UU. Los inflables han influido tanto en el rubro de fiestas infantiles, que hasta la vestimenta ha cambiado: las niñas ya no van con vestido, sino con jeans.

En el negocio de las fiestas infantiles la única ley es satisfacer a los niños. Después de eso, no hay nada escrito. Adela Vidal, por ejemplo, es otra empresaria innovadora. Fue la primera en dar el servicio de maquillaje artístico y hoy tiene un equipo de 25 maquilladoras que trabajan para su marca Caritas Pintadas. Entre estas hay artistas, educadoras y hasta psicólogas. "Yo soy profesora de educación inicial y trabajaba para el taller After School". Al regresar de un viaje, la dueña del taller trajo un set de maquillajes para que Adela pintara a los niños. Entonces, una de las mamás le pidió hacer el mismo trabajo en el cumpleaños de su hija. Luego otra y otra y nunca más paró. Hoy atiende unas 220 fiestas al mes, con un precio de S/.140 por cada 30 caritas.

Hasta aquí, todo lo mencionado puede inscribirse dentro del paquete de la fiesta clásica. Entre las opciones más novedosas están las clases de repostería que da Claudia Pflucker a través de su empresa Claudia Cuisine. Por US$200 con un mínimo de 20 niños, Claudia ofrece la organización de fiestas, en las que los niños y niñas deben armar tortas y decorar galletas, mientras que les es permitido hacer guerritas de harina. También entre las novedades está el show de clauns que ofrecen Claudia Bisso y Patricia Romero con su marca Sonrisas y Narices, un trabajo artístico que como mínimo puede costar US$200. En dos años, Claudia y Patricia han duplicado sus presentaciones y 6 de cada 10 de sus shows son ante un público infantil. Este negocio no está en pañales, pero sí en edad de crecimiento.

UN CLÁSICO
El Principito, empresa de shows infantiles que es la más reconocida en el Perú, merece un espacio aparte. Esta es una empresa que nació del arte en el sentido más estricto. La fundó Bertha de León, quien a lo largo de 30 años montó junto con sus hijos 27 obras de teatro para niños. Giselle, su hija menor, es hoy quien lidera la oferta de shows en fiestas, con precios que van desde los US$500 hasta más de US$1.500. ¿La razón? Ellas montan un teatro a domicilio, con puestas como "El Mago de Oz" o "Pinocho". Atienden una fiesta en la mañana y otra en la tarde y su demanda es tal que tienen la agenda copada.

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